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Luego de revisar los cuentos participantes en la edición 2020, el jurado se decantó por tres historias que exponen la idiosincrasia, cultura, historia y tradición del ovallino, narradas con limpieza y creatividad.

Con la participación de más de 30 nobeles escritores se desarrolló la edición 2020 del tradicional concurso de cuentos que homenajea el aniversario de la ciudad, Ovalle en 189 Palabras, instancia en la que los concursantes mostraron su creatividad con narraciones en las que expusieron trazos de historia, cultura y tradición de la comuna.

El jurado, integrado por Claudia Reyes García (editora literaria y escritora), Gabriel Canihuante Maureira (periodista, escritor y docente) y Roberto Rivas Suárez (periodista, docente y editor de El Ovallino), se decantó por tres cuentos con gran calidad narrativa y creativa.

Los miembros del jurado destacaron la limpieza narrativa y la calidad literaria de los ganadores y de todos los participantes.

La actividad, organizada por la Corporación Cultural Municipal de Ovalle, fue parte de las celebraciones de la fundación de la ciudad, y es ya una tradición literaria esperada por los participantes cada año. 

 

 

1er Lugar

Una cabra gigante se paseó por la Plaza de Armas

Autor: Ignacio González Mas

Los primeros en verla fueron unos niños que estaban jugando en la Quebrada del Ingenio. Al principio les dio miedo, pero después cacharon que era una cabra guagua.

Se dieron cuenta por el pelo suave y porque tenía los ojos alegres. La cabra crecía muy rápido. Cuando los niños la vieron, medía como dos metros. Pero cuando estaba en la Plaza era casi del porte del edificio de Correos.

La gente subió a la rampla para mirarla desde arriba. La cabra bajó por calle Victoria hasta el río. Cuando pasó por fuera de la Escuela Fray Jorge todos los niños se pegaron a las ventanas para verla y saludarla.

El criancero dueño de la mamá de la cabra, dijo que la había parido esa misma mañana y a los veinte minutos ya medía como un metro y medio.

Al caer la tarde pasó otra vez por el centro, casi no cabía por las calles. Subió por Las Revueltas, cruzó la Población Atenas y caminó en dirección al Cerro Tamaya, donde estaba su mamá, esperándola para darle la leche. 

 

2do Lugar

Un italiano con todo

Autor: Fernando Vallejos Vega

A todo el mundo le ha dicho que su trabajo es el más emocionante y divertido.

Saluda, sonríe, observa, conversa, escucha, todo multiplicado por veinte durante el día.

El afanoso ajetreo diario le ha permitido agudizar sus sentidos y se jacta de reconocer al que es y no es ovallino. Dice saberlo todo antes que aparezca en el diario, incluso asegura saber cuándo va a temblar — ¡es cosa de escuchar a la gente, dicen que se viene uno grande!

Prefiere los días de feria. Aunque son más agitados y dan más trabajo, siente que la ciudad despierta y está más viva que nunca. La música de la plaza es más alegre, los artistas con sus guitarras desfilan rumbo al mercado y ella aprovecha de conversar con sus ex compañeras del liceo que vienen del campo.

Pero el deleite supremo lo vive cada fin de semana, cuando en el Rey del Completo, se devora lo que para ella es lo mejor que tiene Ovalle, un Italiano con todo. Después de este sagrado ritual termina su tarea en el cobro de parquímetros y emprende camino a casa.

 

 

3er Lugar

Anchimallén

Autor: Daniel Álvarez Leyton

La Claudia es re fantasiosa, siempre me cuenta historias raras, mitología mapuche según ella. Yo le digo que si no más, pa que se quede tranquila. Es que ella es del sur, de allá de Temuco.

El otro día me contó una leyenda, me dijo que habían unos duendes chicos con forma de niños, que se transformaban como en bolas de luz o de fuego, que aparecían de repente en los cerros o en el cielo, que avisaban calamidades, pero que también te podían traer fortuna, que si los mirabas podías quedar ciego, y un montón de cuestiones más, y que después, de la nada, desaparecían.

Me la contó con tantas ganas que estuve a punto de creerle, hasta que le pregunté ¿Y cómo se llaman? Anchimallén, me dijo. Ahí salió pillá poh, yo la miré y le dije, sale pa allá oh, si Anchimallén es una piscina que había en calle Tangue con Arauco.

 

 

 

 

 

 

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