• El profesor José Flores junto con su hija Rosa (en la imagen, y también boxeadora) imparte clases a los reos de la cárcel de Ovalle. (Foto: El Ovallino)
  • El profesor José Flores lidera el Boxing Club de Ovalle desde la década de los ’90. (Foto: Rodolfo Pizarro)
  • El ‘cuartel’ de los púgiles ovallinos. Entrenan diariamente, con una alta asistencia por las noches. (Foto: Rodolfo Pizarro)
  • Comúnmente organizan veladas boxeriles, donde los púgiles locales demuestran sus capacidades. (Foto: Rodolfo Pizarro)
  • Pablo Véliz (adelante) entrena diariamente desde las 06.00 horas por las calles de Ovalle. (Foto: Cedida)
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Rodolfo Pizarro S.
El Boxing Club de Ovalle acumula años dedicados a rescatar jóvenes y convertirlos en púgiles sobre el cuadrilátero. Su líder es el profesor José Flores, quien destacó como campeón y ahora su experiencia la traspasa a sus pupilos.

Son las 06.00 horas y suena el despertador en la casa de Pablo Véliz. Como todos los días se levanta a primera hora para comenzar su clásica rutina de ejercicios. Minutos más tarde sale de su casa ubicada en la población Cobresal –en el sector alto de la ciudad de Ovalle-, donde inicia el trote madrugador. Incluso este miércoles cuando el termómetro registró 3°C.

Después de recorrer la Villa El Ingenio, calle Pescadores y subir por avenida La Paz, Pablo vuelve a casa para la última parte de su entrenamiento matutino, que lo complementa con ejercicios de abdominales, flexiones de brazos y sentadillas.

“Hace frío en las mañanas, sobre todo cuando tienes que ducharte con agua helada”, cuenta. Pero todo lo hace para cumplir el objetivo de preparase físicamente de cara al campeonato nacional de boxeo amateur que se aproxima para el segundo semestre en Santiago.

“Con esto me motivo, porque mi idea es poder ser campeón de Chile y para lograrlo hay que dejar muchas cosas de lado y esforzarse”, asegura.

Luego del desayuno a la carga nuevamente, ya que se inicia una nueva jornada laboral. Por la tarde y después del trabajo, toma su ropa deportiva y se dirige al lugar donde nació el deseo de convertirse en púgil. El Boxing Club de Ovalle.

En el gimnasio ubicado en calle Independencia se preparan los futuros campeones, entre ellos el púgil Pablo, quien se inició en el boxeo teniendo otro objetivo en mente.

“Me estoy preparando para pelear y dejando varias cosas de lado, como el alcohol, el carrete. Y llegué porque quería tener condición física para jugar fútbol con mis amigos, pero después veía que el entrenamiento terminaba y siempre se quedaban los peleadores más antiguo. Yo los miraba y entrenaba más fuerte hasta que un día me quedé con ellos entrenando, todos los días. Hasta que un día el profesor me dijo que me iba a preparar para pelear”, cuenta.

Hace tres años se subió por primera vez a un ring, enfrentando a púgiles de Lo Espejo en La Bombonera de Ovalle, con un triunfo por knock out técnico.

“Yo le tiraba ‘los palos’ al profesor que quería pelear. Hasta que me dijo que me iba a preparar y me emocioné. Estaba nervioso, pensé mucho, pero me atreví”.

Así como Pablo son muchos son los boxeadores que han pasado por el Boxing Club que lidera el profesor José Flores, entrenador destacado y con experiencia en el deporte, quien ha rescatado a varios jóvenes de los oscuros pasos del alcohol y drogas.

“Es un trabajo duro, es sacrificado, porque deben dejar varias cosas de lado. Yo soy estricto y los peleadores no pueden fumar, ya que cuido por su salud. Mientras estés entrenando bien, no hay problema. El problema está cuando los muchachos comienzan a creerse el cuento. Para ser un boxeador, hay que querer mucho al boxeo”, asegura.

EL ‘CUARTEL’

El Boxing Club de Ovalle es el centro neurálgico de los boxeadores ovallinos. En este cuartel se han formado varios púgiles, quienes han logrado incluso convertirse en campeones nacional, entre ellos Ariel Araya, Richard Pizarro y el famoso ‘El Pálido’. Pero la historia comenzó mucho antes, en la década de los ’90 y recién el año 2001 el club contó con personalidad jurídica. El Gitano, Gilber, el Gringo, El Cariqueño y Edgardo, fueron los primeros en dar alegrías al entrenador.

“Los primeros peleadores me llevaron lejos y gracias a ellos los reconozco. Debuté con ellos como entrenador y gracias a ellos estoy dónde estoy. Aprendí con ellos para ser un mejor entrenador”, recuerda el profesor.

Actualmente tiene a su cargo a 52 personas entrenando, desde niños de ocho años de edad que son motivados por los propios padres.

“Entrenamos para ser los mejores en esto y darle una alegría a Ovalle”, comenta Ariel Araya, mientras completa su rutina de ejercicios.

Y en esas remembranzas, Flores aprovecha de repasar sus inicios sobre el cuadrilátero, que estuvieron marcador por alejarse de las ‘malas juntas’.

“En la calle me ofrecieron de todo. Me ofrecieron droga, alcohol y no lo recibí. Me pagan por pagar y no les hice caso. Mi mejor amigo, que fue un drogadicto, él estaba en las últimas y él me dijo que no siguiera sus pasos y siempre lo tengo en mis recuerdos. Me dijo que no lo hiciera, que yo era un deportista y debía luchar por mis sueños”, cuenta.

Y ese cambio es el que quiere lograr con cada muchacho que llega al club y que no anda en los mejores pasos.

“Acá cambias hábitos, hay que cuidarse con las comidas, me cuido, trato de comer más sano, rara vez como un completo, porque la idea es mantenerse en el peso, ya que cuesta mantenerse, sobre todo cuando se acercan las peleas”, agrega Pablo.

CORAZÓN DE LEÓN

Los grandes boxeadores se caracterizan por manejar un cuidado golpe. Un jab, un uppercut o gancho (ascendente vertical, un hook o quizás un golpe con swing pueden hacer grande a un púgil que lo maneje a la perfección. O quizás un excelente físico puede desarmar al más mortífero de los peleadores. Sin embargo, hay una cualidad esencial que para el profesor Flores hace invencible a un deportista sobre el cuadrilátero.

“Hay una cosa que se necesita para convertirse en un buen boxeador, eso es corazón. Si no tienes corazón, no eres nada. Puedes trabajar la técnica de combate, el físico, todo, pero teniendo ganas, siendo valiente arriba del ring, se puede ser un buen boxeador. Teniendo un corazón de león, el resto lo puedes trabajar.

El físico es lo de menos. Muchos entrenan físico solo para llamar la atención de las mujeres. Acá han llegado musculosos a entrenar y no han durado nada, porque no tienen la fuerza que uno cree que tienen”, explica.

De esta forma ha logrado tres campeones nacionales, uno internacional, su hija Rosa Flores, doble vicecampeona nacional, además de los 12 vicecampeones y 15 terceros de Chile.

Una fábrica de campeones que recibieron últimamente la confirmación de un comodato para construir su nuevo gimnasio, ya que el actual no cuenta con las mejores condiciones. Esperan levantarlo con la ayuda de la Fundación Levantemos Chile para recibir y organizar peleas durante todo el año. Un anhelo que puede convertirse en realidad si se aúnan voluntades de autoridades comunales y regionales, todo con el objetivo de seguir rescatando muchachos de los oscuros pasos de la droga y convertirlos en verdaderos luchadores de la vida.

“Lo único que persigo es que algún día sea recordado por lo que he hecho en la tierra”, cierra Flores.

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