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Leonel Pizarro
Tras la amenazadora crisis hídrica, crianceros deben abatir esta situación con los mínimos de recursos naturales que presenta la región luego de años de sequía. Indican que la ayuda muchas veces no responde a la necesidad que mantiene esta actividad ganadera caprina. ¿Cómo se las ingenian los pequeños crianceros ante la vorágine de escasez de agua en estos tiempos?

¿Estamos conscientes ante los problemas hídricos de la zona?, pareciera que muchas veces se habla con propiedad de la escasez hídrica y sus consecuencias, pero poco nos hemos adentrado en las reales necesidades que mantienen cientos de agricultores y crianceros en la zona que deben encontrar soluciones a corto plazo para así mantener con vida su sustento.

Claudio Araya es de Los Llanos de la Chimba y vive hace más de 30 años en el sector, en su terreno mantienen cabras, unas pocas hortalizas y un gallinero. Con pesar comenta que los tiempos están difíciles, que cada día ha tenido que ingeniárselas para mantener a su pequeño rebaño con el mínimo de agua.

Una vez al mes mantiene un turno para poder utilizar el agua del canal que viene desde Cogotí y Paloma. “Con una vez al mes, me tiene que alcanzar para regar y así darle de comer a las cabras”, sostiene Araya.

La ayuda es escaza, ya que las prioridades se centran hacia el interior de la provincia y para quienes mantienen más animales, “a veces dan ayuda, a veces no dan nada. Por ejemplo dan sacos de 5 a 10 kilos maíz, pero eso es muy a los lejos. A mí no me han dado ahora, a los del interior les dan más porque tienen más animales”, afirma.

Su actividad económica se centra en la producción que dan los caprinos y a la vez, algo de agricultura. “Yo antes sembraba, pero como es poca el agua ahora. Está crítico, no ha llovido. Igual siembro un poquito; maíz, cuando es tiempo de fruta, igual cultivamos durazno, el huesillo, todo eso es ayuda. En cuanto a las cabras, también vendemos la leche y la pagan bien. Pero hacemos ese proceso una vez que el cabrito no tomas más”. 

A su vez, Araya mira su realidad un poco más optimista y señala que, “en Punitaqui están más críticos, los que tienen cabras las llevan a los cerros, pero cuando no llueve, no hay nada y en algunas parte se les mueren los animalitos”.

Si bien, el nivel de los embalses de la región alcanza a más de un 60% de agua acumulada según datos de la Dirección General de Aguas, DGA, así como Claudio, son los sectores ligados a la pequeña agricultura familiar campesina (pequeños productores, comunidades agrícolas y crianceros) los más afectados por la falta de agua.

Además no se puede pasar por alto el efecto devastador que han tenido las heladas en los últimos años, así como los efectos del cambio climático a los que los productores han debido adaptarse de manera obligada.

“Si en la luna hay alimento para mis cabras, para allá me iría”, dice Héctor Zepeda, uno de los crianceros que con desesperación busca de hace varios días lugares para alimentar a las más de 300 cabras. “Yo vengo del lado de la costa, pero ando donde haya comida para mis animales, para que sobrevivan y el problema es que he luchado, he pagado lo que me han cobrado en pasto para poder producir, para pagar, para mantenerme yo y mantener los animales. La lucha es grande”, sostiene.

Hace 15 años que Héctor partió de su tierra natal, “Los Canelos”, hacia costa. Explica que junto a la actividad ganadera se ha tenido que mover por muchos sectores de la provincia, incluso hacia el sur del país. “He recorrido la zona entera, para el sur no me fui, porque a qué voy a ir para allá. Tendría que ir a Chillán, si esta zona está crítica entera”, manifiesta ante la crisis que vive este año.

En cuanto a las soluciones, el criancero asegura que el alto costo que genera mantener con vida los animales es abismante, “la personas que tienen pasto, ellos piden su precio y es carísimo, a diferencia de años anteriores donde no había crisis, hoy se pagan 300 mil pesos más por hectárea de lo que se pagaba antes”.

Las consecuencias son extremas, “si yo quedo aquí con mis animales, se me termina el pasto y la cabra no me da más leche, no tengo producción; si no tengo producción, no tengo platita. Uno tiene que vivir pensando que tiene que producir para generar. Si las cabras no me dan producción, de donde saco plata. Se me mueren mis cabras y enseguida me muero yo”.

Héctor comenta que para movilizarse utiliza arriendo de camiones para transportar su rebaño a donde pueda alimentar a las más de 300 cabras que mantiene, “con estos animales yo mantengo a mi familia, mantengo a dos trabajadores que ellos tienen su sueldo”.

Tras la ayuda del estado, Héctor coincide con el testimonio de Claudio, “la ayuda es poca, me dieron 10 sacos: 8 de maíz y dos sacos de una soya. Pero eso, para los animales que tengo no me alcanza ni para echarle’ una mentira”.

Al ser consultado por el tiempo que se mantiene en un sector, Héctor asegura que, “si se me termina la comida aquí y hay que moverse no más. Es triste, muy triste esta realidad. Con esta sequía que hay, lo único que hacemos es luchar”, declara.

Situación similar vive don Tomás Cortés de Unión Campesina. Desde su camioneta descarga una gran cantidad de matas de morrones que según explica, son los productos que ya no se pueden vender. Luego de descargar, entra al corral donde conserva a sus más de 30 cabras, un rebaño pequeño, pero le permite tener sustento para su familia. “Estos años han sido críticos, uno tiene que dejar de comer para alimentar a los animalitos. Aquí yo le compro maíz, cebada, pasto seco y verde, eso es lo que le voy dando diariamente, vamos variando en esos alimentos para mantener a las cabras”.

Actualmente Cortés produce queso de cabra y comenta junto con alimentar a los cabritos, “ese poquito de leche se hace queso y algo sirve para atajar el panadero. Lo demás no da abasto, la cabra teniendo pasto rinde buena leche”, explica.

En temas de agrícolas versus sequía, Tomás explica que actualmente debe sacar agua de pozo para regar el poco cultivo que puede mantener. “Tengo una bomba eléctrica y de un pozo saco agua para regar el pasto que tengo, agua corriente no tengo, con la sequía se secaron las vertientes y no hay agua para regar”, finaliza.

UNA DE LAS ACTIVIDADES ECONÓMICAS MÁS IMPORTANTES

El ganado caprino se recorre como una tradición en el territorio, se dice que la región concentra la mayor masa nacional de este noble y curtido animal. Gracias a ello se ha desarrollado por años una tradicional actividad productiva, en base a la carne de cabrito y en el producto emblema en que se ha transformado el queso de cabra.

Según el “Programa de desarrollo para la sustentabilidad ambiental de la Región de Coquimbo: Componente Caprino”, en nuestra región se encuentra el 57,34% del ganado caprino del país y el 31,6% de los productores.  Es decir, existen 5.391 crianceros, de ellos, 2.574 pertenecen a la provincia del Limarí y en la comuna de Río Hurtado existen 238 productores caprinos.

En cuanto a la cabeza ganadera de la región suma unas 400.000 cabezas, donde se estima que del 50% de ellas, se ubica en el Limarí.

 

 

 

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