Crédito fotografía: 
Leonel Pizarro
En uno de los rincones más alejado de Río Hurtado han entendido que la tradición no tiene por qué estar reñida con los avances, y han aplicado sencillas técnicas para mejorar la raza y alimentación del ganado. El criancero “Tito” Pérez entendió que con menos rebaño se trabaja mejor.

Es el último pueblo grande antes de llegar a la cordillera hurtadina, y hasta allí ha llegado la conciencia de mejorar la producción sin reñirse con un centenario oficio. Crianceros de La Breas han comprendido que con menos ganado y aplicando mejores técnicas se puede obtener mejor producción.

Osvaldo Pérez, conocido en toda la zona como “Tito”, es nacido y criado en Las Breas, viene de una familia de crianceros, ya que tanto su padre como su abuelo desempeñaron durante su vida ese oficio. Actualmente arrienda unas 15 hectáreas de terreno,  lo que cuestan poco más de seis millones y medio de pesos al año, y debe sacar el mejor provecho de esa inversión

“Justo ahora contando la crianza tenemos unas 200 cabezas de ganado, y aunque no tengo grandes terrenos propios tenemos que arrendar para poder tener al ganado. Ahorita podemos decir que es casi obligatorio mejorar la genética, porque hemos entendido que con menos podemos hacer más”.

Explicó que hay crianceros que ya son muy mayores y que todavía creen que es mejor tener muchas cabezas de ganado. Entonces tienen más de 300 cabezas y producen lo mismo que produce uno que tiene 200.

Sabor y calidad

Su producto bandera es el queso, y en los últimos años ha logrado mejorar la calidad y contar con compradores habituales de su producción.

“Con razas distintas y mejorando la alimentación podemos sacar más leche y queso y sale de mejor calidad, entonces no es necesario tener tantas cabras. A una buena cabra le podemos sacar un mínimo de tres litros en cada ordeño, y hay unas que dan hasta cinco litros, y como el queso lo procesamos nosotros, entonces le sacamos más provecho a la producción”.

Trabajar con menos cabras tiene otras ventajas, ya que no necesitan alimentar a tanto ganado, y eso ahorra costos en vacunas, mantención y forraje. 

Explicó que aunque el proceso de la elaboración del queso es casi tradicional, han contado con mejores herramientas para su manejo, así que pueden despachar una elaboración  estable casi todo el año.

“Cuando yo empecé en el año 2000 con las cabras era un proceso muy tradicional, ahora hemos mejorado mucho. Ahora nos damos cuenta que no es muy conveniente subir a la cordillera en la veranada porque el pasto de arriba ya no es tan bueno y lo que hacíamos era secar a las cabras. Como nos hemos tenido que quedar abajo nos damos cuenta que se pueden alimentar mejor y sacar mejor producción, entonces no es rentable subir. Este año no subimos y nos fue mejor, desde hace como tres años ya no conviene subir”.

Gracias al galpón

Además de ir mejorando la genética de su rebaño, y de ir migrando a otras razas más productivas que las tradicionales, Pérez ha logrado levantar un galpón para alimentar y resguardar a sus cabras, con lo que ha logrado disminuir el número de enfermedades porque ya no tienen que dormir a la intemperie.

“En el galpón tenemos un su sistema de agua continua y podemos controlar mejor su alimentación. Además no se enferman tanto como antes porque están durmiendo resguardadas y eso nos da una producción casi todo el año. Hasta gastamos menos en medicinas”, refirió.

Comentó que aunque el financiamiento de estructura es en su mayoría propio, contó con apoyo y orientación de instituciones públicas para poder levantarlo.

“En las nevadas que han caído en Las Breas hemos podido seguir trabajando porque las cabras estaban bajo techo y no se enfermó ninguna”, explicó el criancero.

 

 

 

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