• Joselin Torrejón, de La Fábrica de Empanadas, destacó que no han podido contratar personal, quedando solo la familia al interior del negocio
  • Gabriela de Sousa, de Cocoa Café, espera que se pueda superar la crisis sanitaria para tener más público en las calles
  • Andrea Díaz, de Comida al Paso El Rolo, inició su emprendimiento cuando comenzó la pandemia esperando superar la crisis
Crédito fotografía: 
Roberto Rivas Suárez
Emprendedores de comida al paso buscan las maneras de salir airosos del confinamiento decretado por las autoridades sanitarias, que les ha recortado las ventas según más estricto se pone la fase del plan Paso a Paso

En un carrusel de incertidumbre que ha durado un año se han mantenido los emprendedores que apuestan por la comida al paso para sustentar a sus familias. Aferrados a sus proyectos y esperanzados que la pandemia culmine más temprano que tarde, los vendedores de comida rápida, sobre todo empanadas, necesitan que la comuna esté al menos en fase 3 del plan Paso a Paso, para poder contar con clientes de manera regular. La cuarentena total disminuye drásticamente sus ingresos.

En conversación con El Ovallino, Joselyn Torrejón, propietaria de La Fábrica de Empanadas, ubicada en calle Antofagasta, explicó que al ser un emprendimiento familiar no hay mucho margen para invertir en nuevos insumos o personal.

“Nosotros abrimos hace unos ocho años. Comparando antes de la pandemia y antes del estallido social nos han bajado mucho las ventas, ha sido mucha la diferencia. Ahora vendemos menos de la mitad de lo que vendíamos antes. La empanada siempre ha salido y ahora los fines de semana tratamos de vender más a domicilio para poder generar un poco más de ganancia. A pesar de que estamos en una zona céntrica, no es mucho el movimiento que hay ahora”, señaló la emprendedora.

Aunque en su negocio puede ofrecer otros insumos de primera necesidad como papel higiénico, servilletas, otros alimentos envasados, confiesa que lo que le ayuda a vender además de las empanadas, son el agua y las bebidas, para peatones sedientos, quienes por razones obvias también han bajado su flujo.

Explico que aunque es notoria la disminución en las ventas de sus productos, todavía no ha recibido ningún bono de ayuda de parte de alguna institución del Estado.

“Ahorita no nos dan los ingresos como para contratar a un trabajador. Antes del estallido social y la pandemia sí, teníamos a dos personas trabajando con nosotros, pero en estas condiciones no podemos, estamos solo la familia”, confesó Torrejón, añadiendo que espera que pueda pasar la crisis sanitaria y quizás pueda abrir un par de plazas de trabajo, ya sea para un panadero o para una persona que trabaje en la atención al público.

Destacó que incluso cuando no han tenido mayores problemas de abastecimiento, han decidido trabajar con un solo proveedor que se encarga de acercar todos los productos que requieren.

“Antes teníamos muchos proveedores pero hubo un momento que era muy complicado por todos los pagos y gestiones y ahora nos quedamos con uno que nos abastece toda la mercadería”, indicó la emprendedora para graficar los cambios a los que se han tenido que adaptar en medio de la pandemia.

Nacido en confinamiento

Con poco más de un año de funcionamiento, la propuesta de empanadas de horno de Andrea Díaz, Almacén El Rolo en calle Antofagasta, intenta mantenerse activa a la espera de superar la pandemia, cuando podría ver al fin una consolidación de su proyecto.

“Teníamos lista la propuesta cuando justo llegó la pandemia. Lo hemos hecho con mucho esfuerzo porque realmente es difícil comenzar algo cuando todo el mundo se quedaba en su casa, no salían a comprar. Pero de igual manera nosotros no podíamos salir así que decidimos emprender  desde cero y poco a poco nos hemos mantenido”, señaló Díaz.

Explicó que mientras el confinamiento es total, pocos son los compradores, pero que se han apoyado en el servicio de delívery para poder tener ingresos extras. Agregó que hasta ahora no han podido acceder a algún bono de apoyo a emprendedores.

Salir de fase

Experiencia diferente es la de Gabriela de Sousa, quien abrió su pequeño Café Cocoa en calle Socos, meses antes del estallido social, donde a pesar de reportar a veces meses sin ganancias, sigue de pie a la espera de superar la pandemia y poder ver más movimiento en las calles.

“Cuando estábamos comenzando de alguna manera a estabilizarnos, vino el estallido social que fue un golpe fuerte, luego en enero y febrero (2020) se volvió a activar un poquito y luego llegó la pandemia. Tuvimos que decidir si cerrar o tratar de mantenernos, y apostamos por seguir adelante a ver hasta donde aguantamos. Gracias a Dios nunca hemos visto pérdidas pero hay meses en los que no vemos ganancias, ya sea por agregar otros productos o por vender por delívery”, señaló.

 

 

 

 

 

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Diario El Ovallino