En la Playa Chica de Papudo, V Región, la emprendedora deleita a sus clientes con sus jugos naturales y helados hechos de fruta 100% natural.

Karen Vicencio es una emprendedora que sabe mucho de esfuerzo y perseverancia. Todos sus conocimientos comerciales, los aprendió de sus abuelos, quienes se dedicaron toda la vida a la fabricación de cuchuflis y barquillos artesanales, que la emprendedora desde su niñez, vendía junto a ellos en la misma playa que vio crecer su negocio.

“Mis abuelos lo son todo para mí. Cuando miro hacia atrás y veo que no tenía nada y ahora tengo un bonito carrito, me emociono mucho, porque se requiere de mucha constancia para llegar hasta aquí. Ahora tengo un negocio abastecido con 10 jugueras, trabajo con tres personas y también hacemos helados de frutas, los que decoramos con dulces y mostacillas de distintos sabores y colores”, cuenta la microempresaria.

Karen conoció Fondo Esperanza (FE) por casualidad: “Yo iba pasando y vi a un grupo de personas que estaban intentando formar un Banco Comunal (BC). Después divisé a mi prima dentro de la multitud y le pregunté de qué se trataba. Al comienzo entré de puro curiosa, pero después me sirvió harto para darle forma a mi emprendimiento de venta de jugos naturales y helados artesanales. Si bien partí con otro rubro, confeccionando cuellos en telar y vendiendo vasos con tutti frutti en la misma playa, ahora me ha servido para consolidarme con este negocio”, explica.

Sobre su BC ‘Estrellas del mar’, dice que ha sido un grupo muy bueno, ya que están las mismas emprendedoras desde su origen, hace más de seis años atrás. “Nos conocemos muy bien entre todas, por ende, la responsabilidad es la característica que más nos resalta. Nuestra asesora también ha sido fundamental, porque nos da las herramientas para aprender a mover el negocio”, señala.

“Jugos naturales de Karen” nació porque la gente consultaba a su dueña sobre lugares donde vendieran este tipo de productos. Al detectar tal necesidad, la emprendedora decidió dedicarse a ello. “Vendo jugos pero soy bien buena para innovar. Las ideas las saco todas de tiendas del extranjero, que son llamativas para los clientes. Lo mismo con los helados naturales y sus decoraciones. También hermoseo mi carrito con ideas de afuera y eso yo creo que me ha dado un plus, porque mi negocio comenzó a crecer tan rápido, que casi ni me di cuenta”, enfatiza.

Sobre la clave para ser exitosa, la comerciante explica: “Hay que ser bien perseverante. Eso yo lo aprendí de mis abuelos. Puede que haya épocas más bajas como en invierno, pero yo vengo igual, aunque venda 10 mil pesos, porque hay que hacerlo, ya que esto es lo que elegí. Para mí, ser una mujer emprendedora es un gran logro, tengo mi propio espacio y tengo que valorar los éxitos y los fracasos”, declara.

Respecto al comportamiento de su carrito en verano, Karen manifiesta que es la mejor temporada y que, de hecho, cuenta con apoyo de su pareja, además de sus tres trabajadoras. “Para el verano estamos siempre bien abastecidos, porque sabemos que son los meses de mejores ventas. Compramos 3 mil kilos de arándanos, de frambuesas y 80 cajas de frutillas a la semana. Todo siempre fresco y al por mayor.

“Estoy más que pagada con todo lo que he logrado. En el futuro me gustaría contar con una flota de estos carritos, dispuestos en distintas playas del país, donde solo tenga que administrar y que otra gente me trabaje. Nada es imposible y eso lo aprendí cuando partí en Fondo Esperanza, ya que su apoyo fundamental en el comienzo, de cierta forma me llevó al lugar donde estoy. Así que soy una mujer agradecida”, finaliza.