La idea de disminuir la jornada laboral a 40 horas semanales, a criterio personal, no es nada de otro mundo, es UNA FORMA DE DIGNIFICAR AL TRABAJADOR CHILENO. Los sectores más conservadores dirán “es imposible hacerlo, no hay dinero para eso, el empleador no cancelará el mismo monto por el trabajo” y así muchas otras justificaciones. El sector político por otro lado, opina que es “aprovechamiento electoral de Camila Vallejos”. Los más críticos dirán “pero cómo, si el chileno saca la vuelta todo el día, es más lo que descansa que lo que trabaja”; aquella opinión es demasiado general. Llevo trabajando en el Servicio Público más de 5 años, que no es mucho, pero aún así me he dado cuenta de lo arduo que se torna el trabajo desde las distintas entidades. Si bien es cierto siempre hay trabajadores, como se dice en la jerga popular “que le pillan la cola al zorro”, la gran mayoría de los funcionarios trata de cumplir de la mejor forma posible sus labores. El Servicio Público está tan denostado que es lógico que se genere esa crítica social, no obstante, los trabajadores de municipalidades, gobernaciones, intendencias y otros, son jefes de familia, personas que de alguna u otra manera tratan de salir adelante y llevar el sustento a su hogar, como lo hacen todas las personas que trabajan por una remuneración. Mi intención no es “prestarle ropa a nadie”, ni menos defender aquellos trabajadores que realizan mal su trabajo, soy crítico con ello también, pero sí debo decir que muchos de nosotros buscamos hacer lo mejor posible lo nuestro, que es “servir a la gente”. Mi intención es centrar el tema en una dirección, “TODOS SOMOS TRABAJADORES QUE BUSCAMOS EL SUSTENTO PARA NUESTRO HOGAR”.

Ahora bien, ¿es digno para un trabajador laborar 9 o 10 horas al día? El vivir diario comienza con el despertador, un sonido insoportable que indica el momento de comenzar con el agitado día. Un baño, el desayuno, y a muchos se nos va la hora más rápida del día, aquella entre las 07 y las 08 de la mañana, que al fin y al cabo, parecieran ser solo minutos. Llegar, y poner el dedo, el rostro o quizás los de la vieja escuela, con el libro de asistencia, todo al fin y al cabo se resume en control, en saber específicamente si el trabajador llega o no a la hora indicada.

Hoy por la tarde, escuchando la Radio Bío Bío, en el programa de Julio César Rodríguez “podría ser peor”, una persona relataba que su día comenzaba a las 04 A.M. y terminaba a las 20:00 hrs cuando llegaba a su hogar; 16 horas de 24 que tiene un día las pasa fuera de su hogar por temas laborales, y las 8 horas restantes las debe utilizar en dormir, alimentarse, tener su vida familiar, ¿no es eso esclavizante e indigno para un trabajador? Nuestros hijos nos esperan con ansias en casa, para jugar con nosotros, para pasar un momento con ellos, pero muchos chilenos llegan a sus hogares cuando ya están durmiendo, cuando el silencio ya se adueña de la casa y el único invitado es una taza de té y quizás un plato de comida. SE NOS VA LA VIDA TRABAJANDO, QUE SÍ ES MUY NECESARIO, PERO NO ES LO TRASCENDENTAL; EL EDUCAR Y EL AMAR QUEDAN EN UN SEGUNDO PLANO. La pirámide la estamos observando desde otra perspectiva, dándole énfasis al punto de vista económico, al crecimiento, pero estamos olvidando algo esencial, LA CALIDAD DE VIDA. El año 2014, en el Día del trabajador en Temuco, un grupo de personas publicó una frase que retrata aquello, “PERDER MOMENTOS DE AMOR Y PLACER, DE OCIO Y CREATIVIDAD, Y LA CAPACIDAD DE IMAGINAR MAÑANAS TOTALMENTE DISTINTAS, ES LA CONDENA A LAS QUE NOS SOMETEN LOS AMOS DE TODOS LOS TIEMPOS Y COLORES”. No cuestiono para nada las oportunidades que se nos entregan de poder trabajar, de tener un ingreso para sustentar nuestras familias, de manera personal agradezco grandemente aquello, sin embargo, eso no es justificación para que la vida personal de un funcionario pase a un segundo plano. Es por ello, que estoy muy de acuerdo con la disminución de la jornada laboral, no por flojera, no por pereza, SINO COMO UN SIMBOLISMO DE DIGNIFICACIÓN DEL TRABAJADOR.

 

Bryan Daniel Cortés Araya

Asistente Social

Comuna de Monte Patria

Autor

Un Ciudadano "Común y Corriente"

 

 

 

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