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Fundado un 18 de marzo el colegio enclavado en el centro de la ciudad pasó de funcionar en una casona a tener tres sedes. Docentes y alumnos valoran el esfuerzo de casi cuatro décadas

Todo comenzó un 18 de marzo de 1985, cuando un nuevo establecimiento educacional abría sus puertas a un total de 126 alumnos, la mayoría familiares y amigos, quienes confiaron en esta propuesta impulsada por un grupo de apoderados que buscaban una nueva alternativa académica para la comunidad.

Así es el comienzo del colegio Santa María, establecimiento educacional particular subvencionado que de una antigua casona de calle Independencia, pasó a tener una infraestructura de tres edificios: uno en calle Miguel Aguirre y los otros dos en Yungay y El Molino.

“Tenemos el Jardín, que va de prekinder a kínder, la sede Básica, de 1ero a 6to y la sede Media o central, donde están los alumnos de 7mo a 4to medio, cada una con los espacios y requerimientos especiales para cada nivel”, explica el director del establecimiento, Jaime Rojas, agregando que tal crecimiento también les obligó a construir nuevas salas y áreas deportivas.

El paso de los años también trajo muchos cambios. El más notorio ha sido el incremento de la matrícula: de 126 alumnos en 1985 pasaron a 1.662 alumnos en 2022.

“Entre nuestros alumnos tenemos hijos de ex alumnos e incluso nietos de ellos, lo que nos llena de orgullo y agradecimiento, porque podemos tener la calidad de excelencia académica por muchos años. Nos acaban de informar que por tercer bienio consecutivo la hemos obtenido, podemos estar muy bien evaluados y calificados en las pruebas de educación, podemos ver a la mayoría de nuestros alumnos crecer como personas y profesionales”, explica Rojas.

Alumnos y profesores

Camila Cortés se graduó del colegio el año 2007 y después de un par de años de estudio, volvió al establecimiento, ahora como profesora de Física, asignatura que, pese a ser catalogada como “difícil” por muchos, ha logrado que su electivo sea uno de los más solicitados.

“Trabajar en tu antiguo colegio es extraño y enriquecedor a la vez, porque están las ganas de que las nuevas generaciones mantengan ese espíritu mariano con el que uno se educó”, comenta la también responsable del Grupo Scout del colegio.

“El colegio ha cambiado mucho, pero su espíritu sigue intacto y eso se nota cuando vienen los ex alumnos a saludarnos, a comentarnos lo que están haciendo y cómo les ha ido. Ya es una tradición que espero que no termine”, anhela Cortés.

En tanto el representante del Centro de Alumnos del establecimiento, Miguel Milla, destaca que “Ser alumno se siente que eres parte de una familia porque te acogen. El trato de los profes y quienes trabajan acá es súper bueno, se siente una buena convivencia escolar y un gran apoyo en el área académica, sobretodo del PIE” (Programa de Integración Escolar).

El colegio celebra su aniversario con diversas actividades conmemorativas y recreacionales la primera semana de julio, pero conmemoran el 18 de marzo como el inicio de su proyecto educativo.

 

 

 

 

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