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Entre la sequía y el alto valor de los alimentos de animales, los crianceros de varias comunas del Limarí, se ven afectados económica y anímicamente con la pérdida de sus quesos. El bajo valor de venta en el mercado y el cambio climático, perjudica directamente este rubro.

Beatriz Adriana Gil Galeano

Monte Patria

A pesar de su esfuerzo en mantener la producción, factores externos se ven involucrados en este negocio, todos quieren respuestas y soluciones que puedan aportar en el resurgimiento del queso de cabra, que en meses anteriores era la venta estelar de la zona.

Monte Patria es una de las comunas que se ve afectada por la sequía, llevando vulnerabilidad a los crianceros con la pérdida de sus animales, bien sea vendiéndolos para su consumo o dejando de producir por no tener alimentos.

Estos productores de queso de cabra han visto una baja de ventas desde el mes de septiembre aproximadamente, con un valor actual de $4.500 a $5.500 pesos por kilo en el mercado, lo cual no cubre ni un tercio el gasto de alimentación de las cabras en esta temporada de sequía.

La voz de los crianceros

Y es que, en la comuna de Ovalle, se vive lo mismo desde hace meses, y ahora muchos crianceros quieren alzar su voz con respecto a que no tienen costos fijos sobre sus ventas de queso y lo que tienen que pagar semanalmente es muy caro para cubrir gastos de los sueldos, agua, granos, pasto y alimento seco, más el traslado de un lugar a otro, que no lo hace para nada rentable.

El criancero de Flor del Valle, Román Valdez Moya, tiene a su cargo un aproximado de 85 animales adultos, sin contar los cabritos. En su parcela están trabajando dos personas para sacar adelante el negocio, con un gasto de alimento aproximado de $80.000 pesos diarios. Esto provoca que a veces no se pueda sustentar y deba vender las crías antes de verlas morir de hambre.

Por otro lado, el agua que beben estos animales es potable, y debe pagar facturas altas al final de cada mes, sumando así, las deudas que está acarreando la crianza y producción final del queso de cabra.

No obstante, hay un problema mayor en este tema. La venta irregular de pasto por parte de camioneros que viajan al Sur y les revenden materia prima a los crianceros. “Ellos saben la necesidad que tenemos nosotros lo crianceros con el alimento, en el sur se producen los granos y el forraje que comen las cabritas, porque allá llueve frecuentemente, lo compran a un precio que nosotros sabemos cuál es, y le suman la bencina y le doblan el costo. Las personas del campo se ven mucho peor, porque no hay nada de alimento y ellos si no tienen como pagar, mi mamá es una de ellas, mantiene lo que puede”, comenta el criancero Román Valdez.

El Representante de los crianceros de Pejerreyes, Rosendo Borges Villaroel, describe el problema como algo muy grave, y complejo. “El tema es que no hay comida para los animales, las praderas están vacías, no hay pasto, no hay agua, nosotros y los animales estamos pasando por una situación que nunca en la vida se había vivido. Por lo tanto, la comercialización del queso, el cual, es el que nos da el sustento diario, tanto para los animales como para el consumo humano, hoy en día está por el suelo, no tenemos venta está malo no hay dinero. En los mercados se llevan los quesos y dejan fiado porque está mal el negocio”, agrega Borges.

Ayuda de Organismos

El criancero Román Valdez no sabe a qué autoridades pedir apoyo o ayuda en este caso, las ventas están lentas y peor aún, el precio de este producto bajó a la mitad de lo que debería costar en el mercado. Ahora ya no traen la mercancía a la Feria de Ovalle porque pagan muy poco y a veces no sale todo lo que se estimaba vender.

“Ahora vendemos aquí en el sector, ya no vamos a Monte patria a vender porque no se vende, lo que vendemos es por boca boca o turistas que vienen de otros lugares y compran al precio justo. Como también para que paguen el precio que corresponde, solíamos vender al Norte pero resulta caro salir de viaje con los quesos. La idea también es de colocar un local propio y vender directamente los quesos”, explica Román.

Mientras que el criancero de Tulahuén, asevera que el año pasado solo recibió 8 sacos de maíz como ayuda, pero no fue suficiente. “Cero aportes, en todo el año solo 8 saquitos de maíz de 20 kilogramos cada uno. Yo estoy rezando para que llueva y esto pueda mejorar un poco”, comenta Rosendo Borges.

De esta forma, esperan que las autoridades competentes no se hagan la vista gorda de la situación y ayude en cualquier aspecto al rubro en la región.

 

 

 

 

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