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El Ovallino
Una emotiva sorpresa brindó la generación de alumnos de 1973 de la pequeña escuela rural de La Rinconada a la docente Aurora Plaza Pizarro, quien fue su profesora por seis años y quien  les inculcó el amor por los estudios y por los valores.

 

La experimentada profesora ovallina Aurora Carmen Plaza Pizarro sabía que estaba sembrando sabiduría y valores en terreno fértil, pero nunca dimensionó el alcance del esfuerzo que hizo cuando, muy joven, hace 50 años atrás comenzó a dar clases en la pequeña escuela rural de La Rinconada, en la comuna de Punitaqui.

 “En ese momento (1973) no teníamos luz, no teníamos agua, estábamos en condiciones muy precarias, pero hicimos un trabajo muy bonito, esa fue mi ‘generación dorada’ de alumnos, con ellos aprendí mucho y pasamos seis años con muy buenas experiencias”, indicó.

Tras atender por varios años a los cerca de 20 niños de la localidad, enseñándoles un camino académico, pero también en valores, la docente fue requerida en otras instituciones como el colegio de Campo Lindo, la escuela Fray Jorge y la José Tomás Ovalle.

Más tarde le perdió la pista a su primera camada de alumnos y cada quien siguió su rumbo.

 

El rencuentro

 

“Hace poco una de las alumnas me contactó por redes sociales y como sabía que tenía que ir a La Serena, me invitó a almorzar. Mi sorpresa fue cuando llegamos y habían organizado un reencuentro con la mayoría de mis exalumnos. Fue muy emotivo, fue muy grato verlos y saber que son personas exitosas”, comentó emocionada la profesora.

Indicó que en grupo hay varios empresarios, comerciantes, ingenieros, empresarios turísticos, docentes, e incluso dos directoras de colegios.

Entre los alumnos estuvieron Pedro Maluenda Rojas, Luz Janett Maluenda, Doris Tello Adones, Marcos Guerrero, Hernán Guerrero, Irma Maluenda, Finny Maluenda, Gladys Araya, Fernando Alcayaga y María Rosel, quienes además le entregaron un galvano en reconocimiento a su trayectoria.

“Yo les dije que en aquellos tiempos, les entregué con vocación y mucho amor, ideales de una jovencita que era. Tenía fe, esperanza y convencimiento que sólo la educación, el esfuerzo y la perseverancia darían sus frutos. Ahora los vi con valores recios y firmes y es lo que llamo ‘mi primera generación de Oro’ (50 años), que y les pedí además que entregaran las semillas para que las nuevas generaciones asuman con alto espíritu la posta de la vida en respeto, amor y ser mejores personas, mejores profesionales y por sobretodo, ser felices y nunca olvidar sus raíces y su terruño: La Rinconada”, apuntó.

 

 

 

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Diario El Ovallino