• Al interior de la Comunidad Agrícola Peral Ojo de Agua es posible hacer circuitos de interpretación de flora y nativa, de gran atracción para los turistas. (FOTO: CEDIDA)
  • Puestos de artesanía están disponibles también en la comunidad, cuyos objetos han sido realizados por los propios comuneros. (FOTO: CEDIDA)
La Comunidad Agrícola Peral Ojo de Agua se ha hecho conocida en el último año por afrontar el futuro de manera novedosa: poner en valor su riqueza humana, cultural y natural, apostando por abrirse a la actividad turística aprovechando la cercanía del parque nacional, pero sin renunciar a su propia esencia ni tradiciones.

Hasta hace algunos años atrás, la comunidad agrícola Peral Ojo de Agua, ubicada en el borde norte del Parque Nacional Bosque Fray Jorge, en el secano costero de la comuna de Ovalle, era como cualquier otra comunidad agrícola del LimarÍ: ganadería caprina como principal sustento para sus habitantes y un territorio sometido a una fuerte erosión de origen antrópico, situación que se agravó estos últimos años por la fuerte sequía que afectó a la región al menos hasta 2016.

Se sumaba además, el fenómeno que también se registra en el resto de las comunidades: la disminución y el envejecimiento progresivo de sus habitantes, producto de la emigración de los más jóvenes a la ciudad en búsqueda de un mejor porvenir o posibilidad de estudios.

No obstante, en la comunidad Peral Ojo de Agua, se está dando un proceso ciertamente distinto al resto de comunidades el cual estaría encaminado a rescatar a este lugar del destino incierto al que se dirigen sus pares. Y lo más importante, es que este proceso como nunca, está protagonizado por los propios comuneros.

Y es que en este lugar, un grupo de jóvenes, hijos de comuneros precisamente, desde hace algo más de un año llevan adelante todo un proyecto que busca cambiarle – y ya lo hecho hasta cierto punto – el rostro a esta comunidad agrícola. Y para eso dicho proceso se vale de dos aspectos: turismo sustentable y respeto por la cultura local y el medio ambiente.

Y lo mejor es que este proceso de cambio, que comenzó por la iniciativa de estos jóvenes que decidieron retornar a su tierra de origen en búsqueda de la paz y tranquilidad que no encontraban en la ciudad, terminó por “contagiar” al resto de los habitantes de la comunidad.

Es así como poco a poco, y en directa relación con el atractivo natural y escénico del cercano Bosque Fray Jorge, comenzaron a instalar las primeras ferias artesanales, los primeros campings y cabañas, a generar circuitos al interior del territorio, a valorar las costumbres y los sabores locales, a deslumbrarse con el cielo transparente del sector, pero sin dejar de lado su identidad como comunidad.

DESARROLLO Y MEDIO AMBIENTE

“Estuvimos mucho tiempo fuera, trabajando y estudiando, y siempre la verdad, le tuve amor a esta tierra, tenía las ganas de regresar y desarrollarla ecológicamente. Lo que deseaba era que nos desarrolláramos, pero sin acabar con nuestros recursos” explica Salvador Velásquez, uno de los pioneros del proyecto y fundador de la Agencia Fray Jorge Endémico, que realiza circuitos y recorridos al interior del sector, así como trekking, observación de aves y al propio Bosque Fray Jorge, declarado Reserva Mundial de la Biosfera por la UNESCO.

Entre medio explica Salvador, como comunidad, lograron ganar un proyecto del Fondo de Protección Ambiental del Ministerio de Ambiente, que posibilitó que la comunidad, con el apoyo de varios organismos e instituciones, habilitara un área de conservación de la flora y fauna nativa desarrollando acciones de educación ambiental dirigidas a la comunidad local.

Junto a ello, se implementó un sistema de regadío con un atrapaniebla, además de iniciar un proceso de reforestación para la recuperación del suelo e implementar un sendero interpretativo e informativo de la riqueza del lugar.

“Creo que lo que impulsó esta iniciativa es que éramos jóvenes y volvíamos con un enfoque distinto, haciendo las cosas de forma respetuosa y transparente con nuestros vecinos. Yo creo que eso generó el enganche para originar una motivación que no había habido antes. Se unieron así la mayoría de los comuneros, participando voluntariamente en muchas iniciativas” comenta Salvador.

Es así como el perfil económico de la comunidad está cambiando, pues si antes basaba su sustento en la ganadería caprina y la agricultura de subsistencia, ahora se está transformando en un espacio donde se desarrolla el turismo sustentable basado en el rescate del patrimonio natural y cultural.

VIAJE A LAS ESTRELLAS

De esta forma, la comunidad se ha ido dotando de variada infraestructura para atender al turista que llega a conocer la zona o al Parque Fray Jorge. Desarrollo de artesanía con productos locales, venta de copao, campings, cabañas, restaurantes y poder disfrutar de la gastronomía típica de la zona como el rico pan amasado, frutos secos, helados de fruta o el tradicional queso de cabra, son parte de lo que hoy ofrece este lugar.

Pero los atractivos no sólo están en la tierra, sino que también en el cielo.

Y es que uno de los atractivos que se pueden encontrar al interior de la comunidad, está el camping Astrocamp, un lugar que por las noches permite realizar un verdadero viaje a las estrellas, aprovechando una condición que muy pocos saben o recuerdan: el Parque Nacional Bosque Fray Jorge es el primer sitio Starlight de Sudamérica, certificación dada por la UNESCO, lo que equivale a ser un lugar con cielos oscuros libres de contaminación.

“Adaptamos un lugar dentro del camping protegido del viento, como un hoyo en la tierra, y allí, junto con mi pareja hacemos todo un viaje cósmico. Hablamos del universo a la gente, también contextualizando la importancia del lugar en donde se encuentran, hacemos observación por telescopio, luego hacemos un coctel con productos locales, y ya cuando terminamos esta charla, y como baja un poco la temperatura, encendemos una fogata en medio de este sector. Y así comparte la gente con nosotros, se conocen y se forma una dinámica súper bonita” sostiene Natalie Cortés, administradora del camping.

Este espacio cuenta con servicios básicos como duchas, baños y lavaderos, y la belleza del paisaje se encuentra prácticamente intocado. Un dato no menor: la comunidad rechazó voluntariamente contar con luminarias públicas para mantener la oscuridad y la pureza de los cielos circundantes.

Para esta joven emprendedora, pese al corto tiempo que ha pasado, la apuesta ha sido exitosa, pues la respuesta de aquellos que han vivido la experiencia ha sido mejor de lo que se esperaba, en especial, cuando se trata de adaptarse al ritmo de vida de la comunidad.

“Ya se ha quedado gente con nosotros, y no hemos tenido ningún problema, pues la gente se da cuenta que aquí reina la tranquilidad y se adapta a esa tranquilidad, se da cuenta que el lugar es limpio, y mantiene la limpieza, se dan cuenta que el lugar es silencioso y se respeta eso. En la medida en que esto se desarrolle así se va a desarrollar de buena manera” afirma.

ARTESANÍA CON SELLO LOCAL

Para Pablo Castillo en tanto, junto  a su esposa, Alejandra Fábrega, son parte del grupo de comuneros que participan en la elaboración de diferentes materiales a partir de las especies locales.

Tejidos en lanas, cactus, madera y otros son parte de esos materiales que ambos, junto a otros comuneros más utilizan para la elaboración de la artesanía, la cual es vendida a los turistas que se acercan al lugar. Pero no es lo único, pues en sintonía del turismo sustentable y el respeto por el medio ambiente, parte de esas artesanías también son hechas a base de elementos reciclados que dan origen a varios tipos de objetos.

“Todo ese tipo de materiales que van reciclándose paulatinamente, nosotros vamos utilizándolos en productos para el público, por ejemplo, ceniceros, puestos para el incienso, pocitos que se hacían antes. También se hacen los tradicionales atrapasueños, arbolitos de la vida, portalleveros, llaveros, quisco en lana, diferentes tipos de tejidos, espejos, y tortas de higo” señala Pablo Castillo.

Para este comunero, el trabajo de artesano no se reduce solamente a una mera elaboración de productos que luego van al público, sino que implican un aporte para seguir desarrollando a la propia comunidad. Es en definitiva como él dice, una apuesta por la solidaridad.

“Se trata de aportar entre todos un granito de arena para mejorar la comunidad. Todo esto le ha dado otra cara a la comunidad. Buscamos ganarnos el derecho a vivir acá, de poder vivir un poco mejor. Hemos logrado recomponer la solidaridad entre vecinos” sostiene.

Para Castillo, el cambio en la comunidad ha sido notorio, y todo se ha ido mejorando paulatinamente. “Antes en este pueblo no existía ni luz eléctrica, ni agua potable, menos la telefonía. Pero se ha ido trabajando con distintas entidades de acá como son la junta de vecinos y otras instituciones que se han ido formando o que estaban, pero no activas y por eso, hemos ido haciendo hartas cosas” afirma.

EL FUTURO: SEGUIR AVANZANDO EN LA SOSTENIBILIDAD

Uno de los testigos del cambio que ha tenido la Comunidad Peral Ojo de Agua, es su presidente Bernardo Cortés, quien señala que la actividad turística y cómo ésta ha sido enfocada ha resultado fundamental para darle nueva vida al lugar.

“La verdad es que a través de esto, recién nos vamos dando cuenta de la diversidad de flora y fauna que tenemos aquí dentro de la comuna. Uno ha vivido aquí toda la vida, pero no se sabía lo que se estaba perdiendo: aquellas características que tiene nuestra comunidad” señala.

Para este dirigente rural, el cambio será notorio especialmente en las nuevas generaciones, pues podrán contar con una mirada integral del medio ambiente en que viven y con ello, una mirada de futuro más amplia.

“Antes vivíamos solo de las cabras, pero ahora el objetivo es cuidar el medio ambiente, y estamos muy enfocados en eso” sostiene Cortés.

Para Natalie Cortés en tanto, el éxito de esta apuesta se sostiene pues a su juicio, “toda la comunidad está remando para el mismo lado. Pero el punto base es el respeto, no sólo entre la gente, sino también a la naturaleza. No nos interesa que esto se transforme en un segundo Valle del Elqui” asevera.

Son así, los tres pilares que, a juicio de Salvador Velásquez, debe proyectarse el desarrollo de la actividad turística al interior de la comunidad: el cuidado del patrimonio ambiental, y el trabajo y fomento productivo de la comunidad, así como la equidad social entre sus habitantes.

“Se vienen mejoramientos de los servicios que tenemos y los productos que otorgamos. Aún queda un camino muy largo que recorrer, y por eso, no debemos bajar los brazos” concluye.

 

 

 

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