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Roberto Rivas Suárez
Con poco más de 50 alumnos en el Colegio que funciona el interior del CDP local, directivos y docentes sortean la pandemia y mantienen el plan de estudios que permitiría a los internos alcanzar sus metas académicas, y eventualmente, obtener un oficio o profesión al recuperar la libertad

El tema de reinserción penitenciaria para muchos es un cliché o un tema intocable. Para otros una opinión simplista que deriva en el hecho de que nadie merece una segunda oportunidad. Pero unos pocos trabajan y viven para que esa inclusión en la sociedad, una vez culminada la condena, se haga de manera efectiva y positiva.

Es el caso de la directiva y los docentes del Colegio San Alberto Hurtado Cruchaga, adscrito al Departamento de Educación de la Municipalidad de Ovalle y que trabaja al interior del Centro de Detenciones Preventivas de Ovalle, de la mano de Gendarmería de Chile.

En el recinto penitenciario un equipo de 16 docentes, entre ellos el director, trabajan diariamente con una población de 50 alumnos en el plan de estudios que va desde básica completa hasta cuarto medio, atendiendo de manera separada a hombres y mujeres, con el objetivo de nivelar a los alumnos-internos para que no interrumpan o retomen los estudios y que puedan prepararse académicamente para asumir nuevos desafíos

“En tiempos de pandemia no hemos podido ver clases de manera regular y tampoco por modalidad de video conferencias, por la restricción que tienen los internos para el acceso a internet. Nosotros estamos trabajando a través de guías, nuestros profesores, en turnos éticos van al colegio a entregar las guías en una caja herméticamente sellada, luego el coordinador educacional la entrega a los alumnos, y luego se recogen las guías para su evaluación por parte de los profesores, quienes finalmente envían las indicaciones”, explicó a El Ovallino el director de la institución educativa, Teodosio Guerrero.

Indicó el docente que se reúne dos veces por semana de manera telemática con el personal docente, con quienes prepara el material y las actividades a seguir para mantener el ritmo de las clases.

Señaló que cuentan con una Unidad Técnico Pedagógica, un equipo de Convivencia Escolar, un Programa de Integración Escolar a cargo de una coordinadora, una profesora y una psicóloga, que facilitan la educación a los alumnos que registran algún tipo de inconvenientes para superar sus materias.

 

“Cuando me tocó recibir el colegio solamente se daba la enseñanza básica. Yo ahora me siento muy orgulloso como profesor porque tengo la oportunidad tener ahora un colegio de enseñanza media, y también logramos integrar a las mujeres, que antes tampoco las habían integrado. Debo destacar también al equipo docente, que a través del tiempo se ha ido integrando y han demostrado su vocación de servicio con su trabajo constante”.

Estudiantes voluntarios

Con respecto a los alumnos, Guerrero señaló que se trata de personas que se encuentran cumpliendo una condena, y forman parte de los requisitos que se exigen para postular a un beneficio procesal como la Libertad Condicional.

“Deben asistir al colegio, porque es un requisito y ofrece un puntaje bastante importante en la evaluación que hace el Consejo Técnico de Gendarmería para que los internos postulen a un beneficio, tanto para las salidas dominicales o diarias como para la condicional”.

Destacó que la asistencia al colegio, cuando la condición sanitaria lo permite, se hace siempre en un ambiente de respeto hacia el profesor.

Guerrero cuenta con cuatro décadas de labores al interior del recinto de justicia, cuando era sólo educación básica que se impartía a unos cuatro o cinco alumnos, y ha visto como han crecido en número de docentes y alumnos.

Futuro al alcance

Consultado por los planes que tienen los alumnos al salir. Guerrero se muestra optimista.

“Hemos tenido muy buenas experiencias, muchos alumnos al recuperar su libertad continúan sus estudios. Muchos han estudiado en Institutos como el Santo Tomás, incluso alumnos que se han titulado de alguna carrera universitaria. Eso para nosotros es un gran orgullo. Sabemos que no son todos, son algunos, pero para nosotros es una gran satisfacción personal”, explicó.

Destacó que otros docentes pueden contar con muchos exalumnos que sean profesionales de gran rango, pero que ellos trabajan con un segmento diferente.

“Para nosotros es un orgullo cuando sabemos que un alumno se reinsertó correctamente en la sociedad. Es una satisfacción muy grande cuando me encuentro con alguno de ellos en la calle y me dicen ‘Profesor le presento a mi familia, a mi esposa y mis hijos,  estoy trabajando de manera honrada, gracias por la formación’, eso para nosotros es muy importante”, puntualizó el docente, quien agregó que en el colegio la formación no es solo académica, sino que es un esfuerzo por reforzar los valores de conducta, lo que es muy importante para formar familias y trabajadores honestos.

Clave regional

Las tres escuelas  penitenciarias de la región, ubicadas en La Serena, Illapel y Ovalle, trabajan de manera coordinada en un plan especial de educación que se adapte a los requerimientos de los internos y de lo que la comunidad espera de ellos.

“Nos coordinamos regularmente para aprender entre todos, no solamente lo académico, sino también en los oficios. Nuestra escuela imparte también los oficios de Ayudante de Cocina y Garzón, dictados por Ivon Pizarro, quien ha sido una gran colaboradora, y quien ha ayudado a muchos alumnos a conseguir un trabajo en esas áreas”, puntualizó.

 

 

 

 

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