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Andrea Cantillanes
El fallecimiento de dos adultos mayores al interior de su hogar en Huamalata y la creciente población de personas mayores de 65 años, permite plantear cual es la labor de la comunidad, autoridades e instituciones con este grupo etario que aumenta año tras año.

El pasado lunes 30 de julio un matrimonio de adultos mayores falleció al interior de su hogar. Eran pasadas las 02.00 horas cuando uno de los vecinos escuchó desde la calle los lamentos del hijos de la pareja que padece síndrome de down.

Sobre una de las camas del hogar se encontraba tendido sin vida a don Daniel Castillo (92) y a un costado de la habitación a su esposa Inelia Miranda (88). Según vecinos de Huamalata, los adultos mayores no recibían visitas de otros familiares, por lo que creen que sufrían cierto abandono.

“Venía todos los viernes a comprar a la feria y ese viernes no lo vi. La vecina de enfrente llamó a Carabineros, porque el niño estaba metiendo mucho ruido (…) Yo nunca conocí a la hija, nosotros estamos viviendo aquí hace 20 años y nunca los conocimos”, dijo Fernando Olave, vecino del matrimonio, a Mega.

Pero, ¿cuál es la deuda del país con los adultos mayores? Chile está envejeciendo y eso no es novedad. Cada año aumenta el porcentaje de este grupo etario y esas cifras las reflejó el Censo 2017. Los guarismos indican que el 11,4% de la población tiene 65 o más años de edad, equivalente a dos millones de personas. Es decir, 11 de cada 100 chilenos son adultos mayores, una cifra que va en aumento en los últimos 25 años.

“Tenemos una tremenda deuda que su origen radica en que estamos en una sociedad cada vez más individualista, tenemos un modelo económico que es muy individualista y que deja de lado a todos aquellos que se han entregado por entero al país”, dice el diputado Matías Walker.

Si bien son varios adultos mayores que están insertados dentro de su comunidad por intermedio de los clubes de adultos mayores o juntas de vecinos, existe un grupo indeterminado que no lo hace, y lo que es peor, no cuenta con una red de apoyo familiar constante.

Para el secretario regional ministerial de Desarrollo Social, Juan Pablo Flores, además de la labor de las instituciones debe prevalecer el rol dentro del grupo familiar.

“Nosotros tenemos que trabajar mucho. Tenemos que rescatar a nuestros adultos mayores, el legado que nos han entregado y tenemos que reivindicar su rol en la familia. Por eso, tenemos que trabajar en la integración de los adultos mayores en todos los planos, pero una integración más fuerte como sociedad, para que las redes familiares se potencien”, dice.

En el caso de las personas fallecidas, no participaban de ningún grupo comunitario y solo mantenían nexo con algunos vecinos del sector.

“La red familiar es importante primeramente. Son ellos que los conocen, tanto en salud física y mental, y dentro de esta situación de los adultos mayores en Chile, cuando estás redes no existen, es la misma comunidad la que debe estar atenta con ellos; son los vecinos, el dueño de almacén. Y paralelamente, ingresan las organizaciones comunitarias, como clubes de adultos mayores, centros de madres, clubes deportivos y juntas de vecinos, quienes pueden estar en conocimiento de la situación. Después vienen las instituciones de salud, por ejemplo, los asistentes sociales, enfermeros y médicos correspondientes a su sector”, cuenta Wilson Heckersdorf de la oficina comunal del adulto mayor de Ovalle.

La familia, la comunidad y las instituciones son las responsables de velar por el cuidado del grupo etario que crece como la espuma. Si bien el Censo de 1992 registró un 6,6% de personas sobre 65 años, este 2017 lo hizo con 11,4%.

El diputado Walker entregó en mayo pasado una propuesta al gobierno para elaborar políticas sobre este grupo etario.

“Los diputados de la Democracia Cristiana llamamos a las autoridades a apostar por los adultos mayores de Chile, comenzando por mejorar las pensiones a la brevedad, e implementar una política pública que refleje “sin letra chica” que el estado de Chile reconoce y asume el desafío por este sector de la población”, sostuvo en su oportunidad.

Uno de las propuestas es el llamado Sistema Integral del cuidado y atención de los adultos mayores, con un conjunto de prestaciones mínimas garantizadas por el Estado, destacando una tarjeta rebajada para acceder al transporte público (con experiencia piloto en la región de Magallanes, acceso a medicamentos, centros diurnos de personas con alzheimer (con experiencia en Coquimbo), que el 3% de las viviendas sociales estén destinadas a adultos mayores, entre otras medidas.

“Uno no puede desconocer el rol del Estado que tiene en todo esto, más allá del rol de cuidado y protección que entregan a los familiares. Hay una obligación que el Estado debe asumir”, dice Walker.

EN LA ZONA

De acuerdo al último Censo, la población adulto mayor alcanza las 90 mil personas aproximadamente y de ellas 22 mil residen en la provincia de Limarí. En el caso de su capital, Ovalle, y de acuerdo a las estadísticas entregadas por el Departamento de Salud, 12.412 adultos mayores recibieron atención médica a través de la red de centros administrados por el municipio.

A través de la Oficina del Adulto Mayor, el municipio de Ovalle desarrolla programas y acciones enfocadas en este sector de la población, favoreciendo su autocuidado y autoestima, y también fomentando su participación.

“Nuestra política comunal de trabajo con adultos mayores tiene un enfoque que promueve su integración y también su autovalencia, con actividades recreativas y trabajo comunitario”, indicó el alcalde de Ovalle, Claudio Rentería.

A través de talleres impartidos por una dupla de profesionales (kinesiólogo y terapeuta ocupacional), las personas mayores reciben atención preferencial, promocional y preventiva para la estimulación en habilidades motoras, prevención de caídas, estimulación de funciones cognitivas, autocuidado y estilos de vida saludable. En el 2017 se atendieron 27 clubes de adulto mayor, quienes accedieron a dos horas semanales por un período trimestral (24 sesiones).

En el caso de Daniel Castillo, de acuerdo a los últimos exámenes fue clasificado como autovalente, recibiendo su último control en el centro de salud de Huamalata el pasado 5 de febrero, donde se le solicitaron exámenes anuales para ser revisados por médico, en control cardiovascular. Mientras que Inelia Miranda presentaba atención regular del Programa Cardiovascular con exámenes anuales, con equipo de profesionales médicos, nutricionistas, enfermeras, podólogo. La última atención de la usuaria en la Posta de Salud Rural de Huamalata fue el 20 de agosto de 2015 en su control del Programa de Salud Cardiovascular por médico.

“Pertenecer a un club de adultos mayores es decisión de cada persona. Hay muchos que ocupan su tiempo para cuidar a los nietos, para realizar labores hogareñas o simplemente mantenerse al cuidado de su familia. Mientras hay otros que quieren mantenerse activos. En el caso de los adultos mayores de Huamalata, ninguno de los dos participaba de las organizaciones y su relación más directa con alguna institución era a través del centro de salud de Huamalata”, cuenta Heckersdorf.

Como alternativa un recinto de larga estadía, en la comuna de Monte Patria existe un ELEAM, hogar destinado para aquellos adultos mayores con redes familiares disminuidas y para personas correspondientes al 40% más vulnerable de la población.

Mientras el ministerio de Desarrollo Social trabaja en la propuesta para disminuir el pago en el transporte público a todos los adultos mayores que se dirijan a los centros de salud.

A pesar de las mencionadas medidas, corresponde a congresistas y a gobierno crear las suficientes legislaciones a favor de los más grandes de la sociedad. Corresponde también a toda la comunidad velar por sus vecinos y que no se repitan casos como el de la pareja de Huamalata, donde los adultos mayores se sientan integrados completamente a la sociedad y dejen de sentirse recluidos de la misma.

 

 

 

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