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Rodolfo Pizarro
Es la historia de Yostin Santander, quien hasta hace unos meses vivió en el Hogar Niño y Patria dependiente de Carabineros. La bicicleta se transformó en un motor de cambio personal y social, dejando atrás una compleja vida, y hoy es protagonista de uno de los proyectos más concretos del ciclismo local.

Con un año de práctica constante, Yostin Santander se convirtió en una de los proyectos más concretos del ciclismo local. Hace siete días conquistó el segundo lugar del campeonato nacional de mountainbike, modalidad cross country olímpico, en la región de Valparaíso, con un futuro que promete.

Pero el ciclista de 16 años tiene una historia que lo hace distinto al resto de los deportistas de su edad y que lo lleva a transformarse en un ejemplo.

Llegó hace algunos años al Hogar Niño y Patria dependiente de Carabineros y en ese lugar residió la mayor cantidad de los años, viviendo quizás una realidad compleja junto con otros niños.

“Yo era más inquieto antes de andar en bicicleta. Me portaba mal en el colegio, no me gustaba hacer las tareas, me pedían cosas del colegio y las dejaba en la casa. Me perdí muchas clases, me hacía la cimarra. Iba a carretear con mis amigos y no volvía”, cuenta Yostin.

Algo tímido para enfrentar una entrevista, Yostin es otro totalmente distinto sobre la bicicleta, a la que llegó gracias a una participación en una escuela de ciclismo que inició el 2016 Guillermo Hidalgo y otros integrantes del club Rodabike.

Fue cuando Claudio Ardiles, constante colaborador del hogar de Carabineros, tomó a un grupo de niños y los llevó a que aprendieran a andar en bicicleta. En ese grupo estaba Yostin, quien inmediatamente llamó la atención de los profesores por sus cualidades innatas sobre las dos ruedas.

“El primer acercamiento fue así. Noté que los niños del hogar estaban algo aburridos, me acerqué y los llevé a diferentes actividades. Y un día había una cicletada del municipio, el alcalde Claudio Rentería llegó equipado con una bicicleta y cascos. El alcalde los saludó y les prestó la bicicleta. Desde que se subió a la bicicleta, Yostin no se bajó más y veía cómo le apasionaba. Siempre se vio una pasión de Yostin por el ciclismo que se le nota al tiro, se le ve en su cara su felicidad”, relata.

Pasaron cerca de tres meses cuando Guillermo Hidalgo se acercó al joven ciclista y poco a poco se fueron conociendo.

“Nosotros nos fuimos conociendo con el tiempo, ya que no te puedes relacionar con alguien si no lo conoces. Si no conoces su historia, su vida, su presente y futuro. Y primeramente no se dio la intención de apadrinar al Yostin desde el primer momento, sino se fueron dando con el tiempo”, cuenta Guillermo, su padrino.

Ese primer acercamiento tuvo encuentros y desencuentros, donde incluso la dirección del hogar a cargo de la suboficial Juana Sepúlveda conversó con Guillermo para que volviera a los entrenamientos. Eso no fue suficiente y Yostin habló personalmente con el profesor de educación física para que pudiera retornar a entrenar.

En ese período indudablemente se fueron generando lazos afectivos. Guillermo con su esposa Paula y sus dos hijos acogieron de buena forma a Yostin como uno más de su núcleo familiar. El ciclista comenzó a sentir nuevamente el cariño y amor de una familia.

“Yo creo que ahí partimos con una maduración de él de que el ciclismo sí te podía cambiar la vida, que te entregaba otras cosas que no tenía en ese momento”.

Desde mediados del año 2017 que el ciclismo cambió la vida del emergente deportista. Cambió sus hábitos, su personalidad y ya no era el mismo que se sentía un líder negativo al interior del hogar. Su cambio fue notorio.

“Él cambió radicalmente. Pasó de ser un líder negativo a positivo. Mejoró su conducta, tuvo mayor cuidado por su higiene. El hogar trata de hacer lo humanamente posible con los funcionarios y trabajadores del lugar para que los niños estén lo mejor posible, pero no pueden con todos y se les hace complicados mantener a los muchachos alejados de los problemas y que no se escapen. De esta manera, Yostin cambió con el deporte”, relata Guillermo.

PLAN ESPECIAL

Yostin Santander tiene 16 años y en el transcurso de sus años en el hogar no pudo llevar un orden académico como en la mayoría de los estudiantes a su edad. Acompañado por el bajo interés y poca exigencia de cumplir sus deberes estudiantiles, el ciclista tiene un plan especial de estudios en el colegio El Ingenio.

“Yostin tiene una necesidad educativa permanente. Por esa misma razón, tiene una adecuación curricular. Consiste en que se trabajan los objetivos que serán necesarios para fortalecer las herramientas que necesitará para desenvolverse en la vida y eso mismo se articula al área pedagógica”, explica Lizly Tejo, jefa Unidad Técnica Pedagógica del colegio.

Es así como Yostin asiste algunos días a la semana al colegio para aprender de lenguaje; escritura, lectura y comunicación oral; mientras que otra profesora trabaja en matemáticas. Además, recibe ayuda de profesionales como orientador, asistente social y psicóloga del recinto.

“Yostin no podrá sacar adelante el currículum nacional vigente para el curso que tiene, por eso se le hace una adecuación y necesita mejorar aprendizajes que no pudo hacerlo anteriormente. Necesitamos nivelar eso, teniendo una buena base, para continuar con el resto”, agrega.

FAMILIA Y DEPORTE

Desde hace dos meses que Yostin vive junto con Guillermo. Una familia donde se vive y respira el ciclismo, ya que tanto Guillermo como Paula son ciclistas, mientras que los dos hijos están comenzando a practicarlo. Y lo han acogido como un integrante más, entregándole cariño, amor, valores. Como una verdadera familia.

“Nosotros le entregamos cariño, es para nosotros un hijo más, no hay discriminación, no hay diferencias con nuestros hijos y mis hijos no hacen diferencias con él. Por eso ha cambiado. No solamente por la bicicleta, sino es un montón de cosas. El deporte lo ayudó, fue un escape, pero para rendir necesite del apoyo de una familia y eso lo encontró en nosotros”, dice Guillermo.

“Me ha cambiado la vida (el ciclismo). Me siento muy feliz, me siento muy tranquilo. Con el ciclismo he conocido muchos lugares, he conocido personas de todos lados.

Ahora la bicicleta me cambió la vida, me siento más feliz y tranquilo. Andar en bicicleta es algo distinto, voy por los cerros, recorrer varios lugares, hay adrenalina”, dice Yostin.

Ahora es un integrante más de la familia ciclista. Y con ese gran respaldo, tiene mayores posibilidades de cumplir su sueño de dedicarse completamente al ciclismo, como una profesión. Eso sí, falta un largo camino por recorrer para lograrlo.

“Ese apoyo nadie se lo daba y nosotros se lo ofrecimos, de menos a más para que se pudiera dar cuenta que hay personas que sí pueden salir adelante y sí quieren ayudar, a cambio”, dice el profesor.

Como Yostin deben existir varios niños al interior de los hogares con las mismas o más capacidades para el deporte, pero que el aparato estatal, las instituciones o todos nosotros no visualizamos, lo que permite que niños con futuro se pierdan en el camino.

“Es un tirón de orejas para todo el mundo, porque cuando uno quiere, puede. Un tirón de orejas para todos que creen que por ser niños del Sename son malos, y existe un prejuicio, creen que son malos”, dice.

El talento de Yostin sobre la bicicleta es tal que su nueva familia no dejó que ese potencial se perdiera por falta de recursos.

“Es un muchacho que no se puede perder, que muchachos como él hay uno en un millón con el talento que tiene y por el factor deportivo yo, que soy profesor de educación física al igual que Paula, no podíamos dejar a alguien que por plata y por apoyo no pudiera practicar el deporte que le gusta. Teniendo las condiciones. Teniendo todo y faltándole todo a la vez”.

El deporte como herramienta de cambio personal y social se está dando en Yostin, quien con 16 años apunta alto. Ya obtuvo un podio en una competencia a nivel nacional, desafiando a los mejores del país en su categoría. Ahora deberá cimentar un camino largo, pero que desde ahora ya lo está disfrutando.

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