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Cientos de niños y jóvenes han vivido la magia de compartir de cerca, alimentar y montar a caballo con los animales de la fundación ovalina. Más de tres años de trabajo y con el apoyo de voluntarios y auspiciadores, se ha logrado convertir en realidad el sueño de las terapias inclusivas con caballos

Entre las muchas maneras de apoyar a los niños con necesidades especiales y hacer realidad el sueño de la inclusión, una de las opciones más hermosas es a través de las terapias con animales. En ese sentido los caballos son una opción poco común por su difícil logística, pero muy eficaz en sus resultados.

En Ovalle funciona desde hace poco más de tres años la Fundación Equinoterapia, que nació con el objetivo de integrar a niños y jóvenes y realizar apoyo emocional a personas con necesidades especiales.

Jorge Arancibia, fundador y coordinador de la agrupación, señala que “nuestro objetivo siempre ha sido acercar los caballos a la gente, sobre todo a los niños, y muy especialmente a quienes tienen condiciones especiales. Para que disfruten de una jornada de integración ecuestre en un lugar natural, para que los niños puedan interactuar con los caballos, acercarse, y si ellos lo desean, poder subirse”.

Destacó que sobre todo los fines de semana se juntan los voluntarios que le dan vida a la organización para atender a los integrantes de las agrupaciones sociales y educativas con quienes han coordinado y agendado una visita, para ofrecerles un día de interacción con los animales.

“Los fines de semana nos visitan grupos de niños y los voluntarios los recibimos para hacerles un recorrido. Vienen niños de fundaciones de personas con necesidades de educación especial  y niños de escuelas rurales y de campo. Para unos y otros es una actividad muy buena, la disfrutan mucho y nosotros quedamos satisfechos con la labor”.

Historia

Señaló Arancibia que desde el 2019 ya estaban desarrollando la idea de contar con un espacio y algunos equinos que pudieran ayudar en terapias con pequeños de distintas organizaciones, o quienes simplemente se acercaran a visitarles.

“La agrupación nace por experiencias personales. Mi familia siempre ha tenido caballos, mi papá, mi abuelo, a mí siempre me han gustado los caballos. Yo quería volver a tener estas sensaciones de compartir con estos animales, porque ahora es mucho más difícil tener uno o compartir con uno. Antes en el campo era más corriente y el caballo pasaba a ser un elemento súper importante, are uno más de la familia. Ahora es costoso y más complicado por todo lo que uno vive. Entonces allí, de esa idea de volver a tener ese sentimiento, esas vivencias y esas experiencias, nace la inquietud para que otras personas pudieran vivir esa experiencia y surge la propuesta para que sean las organizaciones sociales la primeras beneficiarias”, precisó Arancibia.

Sobre los efectos en los visitantes, el activista asegura que “Hay muchos estudios y muchas opiniones de profesionales que avalan que los niños con síndrome de down, o que tienen alguna condición dentro del Trastorno del Espectro Autista, que se ven muy beneficiados con el contacto con los caballos. El hecho de interactuar con ellos, de acercarse, de subirse, de acariciarlos, es decir, de hacer una verdadera jornada de equinoterapia, es muy beneficiosa para todos”.

En terreno

Actualmente cuentan con un espacio en el borde de la costanera que se encuentra en condición de comodato. Aunque no siempre fue así, hace más de tres años, cuando iniciaron tenían que buscar espacios en arriendo y préstamo.

“Nos íbamos moviendo de lugar en lugar, nos conseguíamos un sitio, hacíamos algunas actividades y ya nos tocaba entregar y buscar otro, pero ahora ya tenemos uno facilitado por la municipalidad que reúne las condiciones que queríamos. Ahora nuestros caballos están sueltos, están mejor cuidados, y donde podemos reflejar un trabajo de años, de diferentes personas y colaboradores quienes han trabajado para que podamos hoy invitar a las agrupaciones para que puedan interactuar con los animales”.

Indicó que un gran porcentaje del esfuerzo que hacen en la fundación no se nota, ya que el cuidado de los animales tiene que se diario, 24 horas, con suplementos alimenticios, con medicina, con prevención y con cuidados veterinarios, para que estén habilitados para el contacto cada dos fines de semana con los usuarios.

“Se requiere de muchos cuidados porque los caballos son animales grandes, así que hay que estar pendientes todo los días de ellos, de lunes a lunes”.

Aunque hay muchos colaboradores que han participado con la fundación a lo largo de los tres años que tienen formados oficialmente, siempre es un grupo pequeño del voluntariado que se mantiene estable, entre quienes se encuentran Arancibia, la kinesióloga Victoria Piñones, la psicóloga Johana Robles, el chef Luis Álamo, la terapeuta ocupacional Nicole Suárez quien tiene mucha facilidad para el manejo con los animales, entre otros.

“Ellos han llegado desde distintas agrupaciones y con distintas iniciativas. Y se quedan porque les gusta el objetivo de la fundación y quieren participar en ella”.

Sobre los pioneros, recordó que el primer caballo que tuvieron lo compraron para uso personal, y fue una yegua de un centro de equinoterapia que estaba cerrando.

“La primera fue la Peppa. Que fue el nombre con la que la bautizaron los niños chicos. Ella tiene su potrillo que se llama Canelo. También nos acompaña la Caudillera, que es una de las yeguas que más ocupamos, y que fue una donación que nos hizo la familia Dabed. Otra que nos acompaña en las actividades es la Turca, que es una potranca que estamos preparando para el futuro para que nos pueda ayudar con los niños”.

Proyectos

Señaló Arancibia que si bien en algún momento se plantearon hacer un recorrido itinerante por las comunas de la provincia, hasta ahora la idea no la ven factible, al menos por el momento, por un tema de seguridad de los animales e incluso de los niños.

“Por costumbre los caballos se sienten cómodos en estos espacios. Se sienten seguros. A través de distintos auspiciadores compramos un corral redondo que permite la seguridad tanto para los animales, como para los usuarios que están dentro y fuera de la zona de contacto. Así que preferimos que las escuelas, las agrupaciones, las familias, nos visiten en el lugar que tenemos nosotros en La Costanera, porque aquí tenemos todos los implementos y los caballos están acostumbrados a estos lugares de trabajo”.

Señaló y agradeció el apoyo de diferentes empresas y organizaciones para poder lograr esos espacios seguros para los caballos.

“Estamos muy agradecidos con nuestros auspiciadores, con Dabed, Subway, Rincón del Sushi, Duraloe, y varios más porque toda la comida, el herraje, las monturas, las riendas, todo es caro porque no es algo que se venda de forma masiva, y muchas de las cosas se hacen incluso de manera artesanal”, precisó.

En terreno

Consultado sobre la cantidad de personas que pueden atender en una visita, Arancibia señaló que para que la experiencia sea real y valedera, es preferible contar con grupos de no más de 20 usuarios.

“La idea es que todos los que nos visitan puedan participar y montar a caballo, ya que para eso vienen. Así que nosotros organizamos la actividad para que ellos puedan tener una experiencia real, así que cuando llegan toman un desayuno, los recibimos con una explicación de los cuidados y alimentación de los caballos, y luego organizadamente van haciendo su paseo a caballo. Así que para ellos es como un día de campo”, señaló.

En ese caso mientras unos comienzan a montar, otros están haciendo actividades para no dar espacio a la ansiedad de los pequeños.

“Lo primero que hacen al llegar es conocer el lugar, conocer a las otras mascotas que tenemos, alimentar a los caballos, que conozcan los nombres y luego, si es que lo desean, es cuando se montan para hacer un paseo. Así que los niños especiales aprenden mucho primero y se van familiarizando para luego montar. Es todo un proceso y nuestro objetivo es darle un día distinto a cada agrupación y cada familia”.

Contacto

Adelantó el activista que las fundaciones, agrupaciones sociales y colegios que deseen contactarse con la Fundación Equinoterapia, pueden escribir a su cuenta de Facebook, o a través del whatsapp +56 9 3116 6952, además del instagram.

“Sobre las edades se pueden atender de un año en adelante, con el apoyo de un adulto, y como máximo no tenemos. Más bien quisiéramos que clubes de adultos mayores se nos acercaran, sería una experiencia interesante para todos. Mi abuelo anduvo a caballo casi hasta los 90 años, así que creo que no hay límites”, puntualizó Arancibia.

 

 

 

 

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