La Escuela de Espectadores del Teatro Municipal de Ovalle presenta “Manifiesto para los espectadores del futuro”, una reflexión dirigida al público ovallino del año 2075.
El manifiesto escrito por los asistentes a la Escuela de Espectadores del año 2025, surgió a partir de las conversaciones, las visitas a espacios históricos y los ejercicios de percepción realizados por la escuela, donde se vió proyectada una transformación de la experiencia teatral ante los cambios tecnológicos, unido a las tensiones territoriales y nuevas dinámicas sociales.
A su vez, el manifiesto detalla cómo cambiará el público y la experiencia de las artes escénicas. En primer lugar, la experiencia teatral no desaparecerá, pero si tendrá una profunda transformación con funciones en espacios no convencionales que serán parte de la normalidad, involucrando capas digitales, datos en tiempo real o interacción con dispositivos inteligentes. De esta forma, el público tendrá un rol más activo al participar, intervenir y modificar las obras. Los límites entre artista, espectador y creador estarán mucho más
difuminados. Además, según indica el documento, el teatro se enfrentará a una atención fragmentada, ya que los espectadores del futuro serán capaces de alternar entre múltiples estímulos sin perder el hilo central, valorando el teatro como uno de los pocos espacios donde la contemplación y la vivencia estética se retienen sin prisa.
En cuanto a lo digital, convivirán con sistemas de Inteligencia Artificial generativa y participarán en obras cuyos desenlaces dependan de datos aportados por ellos mismos. No obstante, se espera que exijan un sentido humano que no pueda delegarse en un algoritmo. A la par, aunque vivan en un mundo hiperconectado, la luminosidad, la memoria arqueológica y el paisaje del valle del Limarí seguirán influyendo en su percepción, integrando la geografía como parte de la dramaturgia. Finalmente, la participación será natural: serán coautores de obras diseñadas para incorporar sus decisiones, transformando a los asistentes en públicos que completan la puesta en escena y que aceptan cierta responsabilidad narrativa.
Con esto, el Manifiesto reflexiona sobre la experiencia actual, concluyendo en una observación sencilla: “Ver una obra sigue requiriendo cierta disposición: llegar, sentarse, apagar la pantalla, abrirse a lo inesperado”.
