Productores del valle de Limarí esperan duplicar la oferta respecto al año pasado. Además destacan la cosecha temprana que marcará el precio de referencia de la fruta en los mercados internacionales. No obstante, el desafío sanitario de la mosca de la fruta sigue siendo parte del escenario.
Las cerezas del valle de Limarí se preparan para vivir una temporada histórica. Con condiciones climáticas favorables durante el invierno y una superficie en aumento, los productores de Ovalle proyectan superar las 2.000 toneladas en la cosecha que comienza en octubre, duplicando la oferta del año pasado. Este repunte no sólo consolida al territorio como referente nacional en cerezas tempranas, sino que también abre la posibilidad de conquistar mejores retornos en mercados internacionales.
Jorge Astudillo, productor y asesor privado en el rubro, explicó que este año el arranque ha sido particularmente positivo. “Estamos teniendo un muy buen inicio de temporada. Las condiciones invernales de frío y lluvias nos permitieron una floración muy pareja en todas las variedades del valle”, señaló. Esa homogeneidad se traduce en un potencial productivo mucho más estable que el de años anteriores.
Actualmente, el valle cuenta con entre 400 y 500 hectáreas plantadas de cerezas, de las cuales al menos un 50% ya se encuentra en plena producción. Las variedades tempranas Brooks, Nimba y Glenred abrirán la temporada en la semana 42, mientras que posteriormente se sumarán Santina y Rainier, completando un abanico de fruta que permite a la zona estirar la ventana de oferta.
Pero más allá del volumen, Ovalle tiene un valor estratégico que lo diferencia del resto del país: la posibilidad de adelantarse. “Ovalle tiene la ventaja de abrir la cosecha en octubre, antes que el resto del país y eso nos da una ventana comercial muy valiosa. Llegar con fruta de máxima calidad al extranjero en esta fecha determina el techo de los precios de toda la temporada”, recalca Astudillo.
Ese “techo” de precios no es menor. Chile es hoy el principal exportador de cerezas del mundo y su fruta es especialmente demandada en Asia, donde la producción ovallina tiene la oportunidad de marcar la pauta. El año pasado, sin embargo, esa posibilidad se vio limitada por la presencia de la mosca de la fruta, que obligó a desviar la producción a mercados alternativos.
“El año pasado Ovalle no pudo exportar a China por la mosca de la fruta, y eso bajó el techo de los precios. Este año tenemos la responsabilidad de marcar la temporada con fruta de calidad”, reconoce Astudillo. Según el asesor, cerca del 50% de la superficie productiva aún se encuentra bajo cuarentena sanitaria, lo que obliga a redireccionar parte de la fruta a Europa u otros destinos con protocolos especiales.
El desafío sanitario convive con otro de larga data: la escasez hídrica. En un territorio marcado por la sequía, la cereza se ha transformado en un cultivo con ventajas comparativas frente a otras alternativas agrícolas. “La cereza es una alternativa eficiente en términos hídricos y con alta rentabilidad, lo que ayuda a enfrentar la crisis de sequía que vive la región”, puntualiza Astudillo.
El impacto económico es otro factor a considerar. El crecimiento sostenido del cerezo ha dinamizado a productores, asesores, viveristas, exportadoras y a un creciente número de trabajadores temporales que encuentran en esta fruta una fuente de empleo estacional. El efecto multiplicador se extiende también al comercio local, en la medida que Ovalle se proyecta como un polo de producción especializado.
Además, la posición geográfica y climática de la zona ha permitido a los agricultores competir en un nicho muy disputado. “Ovalle ya es un referente en la producción de cerezas tempranas. Compartimos nicho con países como Mendoza, Sudáfrica o Australia y hemos demostrado mejores resultados en calidad y retornos”, afirmó el asesor.
En este escenario, la temporada que arranca en octubre será decisiva no sólo para los productores del Limarí, sino también para los mercados que observan con atención el inicio de la oferta chilena. Una cosecha temprana, de calidad y con volumen suficiente podría devolver a Ovalle el sitial que perdió en la temporada pasada, marcando nuevamente el rumbo del negocio cerecero.
Con más de 2.000 toneladas proyectadas, Ovalle florece antes que el resto de Chile y se prepara para abrir un calendario exportador que cada año adquiere mayor relevancia. Los productores lo saben: su fruta no solo inaugura la temporada, sino que también fija el valor de referencia que, durante semanas, repercute en el negocio global de la cereza.
