El Hospital Antonio Tirado Lanas de Ovalle ha sido testigo durante 35 años de una silenciosa pero poderosa labor de amor y servicio. El voluntariado adventista “Damas de Rosado” conmemora un nuevo aniversario, marcando un hito como la primera iniciativa de acompañamiento espiritual de la Iglesia Adventista en Chile y dejando una huella imborrable en la vida de miles de pacientes y sus familias.
La historia de este emblemático grupo se remonta a 1990, cuando Vicentina Rojas Cortés, entonces auxiliar de la unidad de medicina, sintió un llamado irresistible a brindar consuelo más allá de sus horas laborales. En una época de estrictas normas hospitalarias, su corazón compasivo la impulsaba a quedarse, llevando alimento y, sobre todo, esperanza a quienes enfrentaban la enfermedad. Sus propios hijos comprendían su entrega, organizándose en casa mientras ella compartía la promesa de fe y sanación en las salas del hospital.
“Yo fui un instrumento en las manos de Dios”, afirma con profunda humildad Vicentina, recordando los inicios de esta noble misión. Junto a otras personas conmovidas por la necesidad, perseveró en su visión de formalizar esta ayuda, tocando puertas y dialogando con diversas autoridades hasta ver su anhelo hecho realidad con la fundación del Voluntariado Adventista del hospital.
Desde sus modestos comienzos, el impacto de este grupo de mujeres vestidas de rosado trascendió las fronteras de Ovalle. Lo que comenzó como una iniciativa local, impulsada por voluntarias de diversas iglesias, se expandió a nivel nacional, sirviendo de inspiración para los 52 voluntariados de acompañamiento espiritual que hoy existen en el país, e incluso llegando a Argentina y otras naciones.
Durante el culto de la Iglesia realizado este sábado 3 de mayo, Waleska Blu, líder del voluntariado de acompañamiento espiritual a nivel nacional de la Iglesia Adventista, resaltó la singularidad de las “Damas de Rosado” de Ovalle. “Son pioneras, el primer voluntariado de este tipo en Chile”, enfatizó, destacando su enfoque en ofrecer la palabra de Dios y la esperanza de Jesús como pilares fundamentales de su labor. Su vasta trayectoria no solo las consagra como el voluntariado más antiguo, sino también como un referente invaluable para las nuevas generaciones de voluntarios.
El reconocimiento a esta significativa labor también llegó de la administración de la Unión Chilena de la Iglesia Adventista, encabezado por el pastor Aldo Muñoz, presidente de la institución.
Florencia Henott, actual Directora del activo voluntariado “Damas de Rosado”, describe la esencia de su trabajo como una emulación de la obra del buen samaritano. “Trabajamos directamente en el hospital, ofreciendo apoyo emocional y práctico a quienes más lo necesitan en momentos difíciles”, explica con convicción.
Pero su labor va más allá del acompañamiento en el hospital. Las “Damas de Rosado” también se dedican activamente a la promoción de la salud natural en la comunidad. A través de iniciativas como el reconocido “Plan de 5 Días para Dejar de Fumar” y talleres sobre alimentación saludable, buscan empoderar a las personas para adoptar hábitos que mejoren su calidad de vida. “Nuestro objetivo es enseñar y acompañar a las personas en la adopción de hábitos alimenticios más saludables, contribuyendo así a su bienestar general”, añade Henott.
Actualmente, el voluntariado cuenta con 15 dedicadas integrantes que, día a día, encarnan el espíritu de servicio y la profunda conexión con la comunidad que caracteriza a la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Ovalle. Su historia de 35 años es un testimonio vivo de cómo la perseverancia, la fe y el amor al prójimo pueden transformarse en un legado de esperanza que perdura en el tiempo.