Expertos coinciden en que su discurso antiestablishment – “ni fachos ni comunachos”- captó a sectores medios y rurales que no se sentían representados por los partidos tradicionales.
La Región de Coquimbo vivió un remezón político inesperado durante las últimas elecciones.
Franco Parisi, candidato presidencial del Partido de la Gente (PDG), no solo irrumpió con fuerza, sino que se convirtió en la principal figura electoral del territorio, desplazando tanto a Jeannette Jara (izquierda) como a José Antonio Kast (derecha) en buena parte de las comunas. Su triunfo, especialmente en zonas rurales, dejó al descubierto un cambio profundo en las preferencias y en el vínculo entre ciudadanía y política institucional.
Efectivamente, Franco Parisi obtuvo resultados especialmente abrumadores en el interior de la región: en Monte Patria logró una votación histórica del 39% (9.004 votos) , casi duplicando a Jara (20%). Un escenario aún más contundente se dio en Punitaqui, donde llegó al 41% (3.799 votos), ampliando una brecha que la izquierda y la derecha no pudieron acortar.
Ante estos resultados, Miguel Torres Romero , cientista político y Mg. (c) en Investigación Social de la Universidad de Buenos Aires, apuntó a una transformación estratégica en la base electoral del PDG.
“La votación de Parisi en la región confirma que su electorado ya no es solo urbano o digital. Entró con fuerza en comunas rurales y de menor población”, señala el experto.
Torres detalla que Parisi no solo tuvo un buen desempeño en Coquimbo y La Serena –donde salió segundo–, sino que destacó en el Limarí, ganando en cuatro de sus cinco comunas con mayorías sobre el 30%, excepto en Combarbalá. En Elqui, en tanto, se impuso en La Higuera y en Vicuña, mientras que en Choapa triunfó en Salamanca.
Al respecto, el análisis del académico apunta a tres claves. Primero, que no se trata de un voto casual: “No es un voto apolítico ni accidental, sino un electorado estable, consolidado desde 2021, que hoy expresa el mayor desencanto con las élites tradicionales de la región”.
Segundo, que es un voto socioeconómico antes que ideológico, compuesto por sectores medios y medios bajos que sienten abandono estatal y frustración por la ineficiencia pública.
Y tercero, que el liderazgo de Parisi funciona como una “representación sin presencia”, logrando instalar cercanía emocional sin estructura territorial.
Torres va más allá y proyecta posibles efectos señalando que “si este apoyo se mantiene y se capitaliza, podría disputar alcaldías y concejalías en la próxima elección sin problemas”, asegura.
UN CENTRO DESPOLITIZADO Y DESENCANTADO
El cientista político Manuel Escobar, por su parte, también interpreta el fenómeno como una activación de un electorado que estaba “desobligado”, es decir, que no participaba y que rechazaba al gobierno, situándose en un espacio más bien de centro.
“Se pensaba que Matthei estaba captando ese electorado, pero los números muestran que no ocurrió. La explicación es que Parisi arrastra a hombres jóvenes de clase media y media baja, muy insatisfechos y despolitizados”, asegura Escobar.
El cientista político añade que las encuestas fallaron especialmente en regiones, donde el PDG tiene su base más sólida. “Las encuestas no capturaron lo que pasaba en regiones, particularmente en el norte. Y en Coquimbo se vio un vacío enorme en el centro político”, señala.
UNA DESAFECCIÓN QUE LAS ENCUESTAS NO VIERON
Para Pablo Andrade, profesor asociado de la Universidad de La Serena, el auge de Parisi se explica por una desafección creciente hacia la política tradicional, un sentimiento que los sondeos no lograron captar porque se concentran demasiado en la Región Metropolitana.
Andrade sostiene que Parisi logró instalar un mensaje pragmático – “ni facho ni comunacho” -, que conectó con sectores que ven la política desde una óptica más individualista y meritocrática. Al observar el mapa electoral, afirma, se aprecia una “marea” del PDG en diversas regiones.
El académico recalca que esta fuerza no solo gana, sino que se posiciona en segundos lugares relevantes, lo que genera incertidumbre respecto a la segunda vuelta presidencial.
“No está claro hacia dónde se moverá ese electorado. En 2021 una parte apoyó a Boric, pero ahora el escenario es distinto. Lo que sí está claro es que el PDG siente que tiene espacio propio y busca instalarse como tercera alternativa”, asevera Andrade.
Además, el académico de la Universidad de La Serena observa una fractura territorial evidente: el norte para Parisi, la zona central para Jara, y el centro-sur para Kast, con un sur extremo de menor incidencia.
UNA CRISIS DE REPRESENTACIÓN DE FONDO
En ese escenario, Alan Sepúlveda, académico de la Universidad Central, plantea que el fenómeno Parisi no es un simple voto de enojo, sino un reflejo profundo de una crisis de representación.
“En gran parte del norte y de las regiones hay una percepción consolidada de que la política tradicional conversa entre sí, pero no con la gente”, sostiene el profesor de la Universidad Central.
Sepúlveda describe un territorio marcado por la dependencia extractiva, empleos inestables, alto costo de la vida, migración, inseguridad y falta de infraestructura, problemas que, asegura, no son experimentados de igual forma en Santiago, lo que genera una desconexión entre prioridades reales y decisiones centrales.
Ese vacío, subraya, es el terreno donde crecen los outsiders como Parisi. “Este no es necesariamente un voto a favor de Parisi como proyecto político, sino un voto en contra de sentirse ignorado”, aclara Sepúlveda.
Además, para el académico, el fenómeno no es pasajero. “Mientras persista la lógica de dos bloques centrales que toman decisiones desde Santiago sin integrar miradas territoriales, este tipo de liderazgos seguirá fortaleciéndose”, advirtió Sepúlveda.
ENCUESTAS CIEGAS
En tanto, el analista político Gonzalo Cortés destaca otros dos elementos: la incapacidad de las encuestas para detectar el crecimiento del PDG y el impacto político de un liderazgo que logró consolidarse en nuevos territorios.
“Las encuestas fallaron porque están demasiado centradas en Santiago. Lo de Parisi fue un fenómeno regional que impactó a nivel nacional”, explica Cortés.
El experto afirma que la campaña de Parisi habló directamente a las regiones y que, aunque se sabía que tenía un apoyo fuerte en el norte, su expansión a otras zonas del país mostró que no se trataba de un fenómeno marginal ni casual. “Es un fenómeno que obliga a una revisión metodológica y política. La sorpresa electoral evidencia que las encuestas, la política tradicional y la élite centralista no estaban mirando lo que realmente estaba ocurriendo en el país”, subraya Cortés.
