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Martes, Diciembre 30, 2025

Los murales que están cambiando el rostro de la ciudad de Ovalle

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Desde grandes avenidas hasta sedes vecinales en poblaciones, el muralismo se ha convertido en una herramienta de identidad y encuentro comunitario en Ovalle. Una expresión artística que hoy toma fuerza y comienza a consolidar a la ciudad como un museo a cielo abierto, donde el arte deja de ser decorativo para convertirse en relato territorial.

En Ovalle, los muros comenzaron a hablar antes de que muchos se dieran cuenta: hoy sostienen memoria, identidad y sentido de pertenencia. A lo largo de la ciudad, desde avenidas principales hasta las poblaciones, el muralismo ha comenzado a resignificar el espacio urbano, transformando sectores cotidianos en verdaderos puntos de referencia cultural.

Fue un proceso lento, territorial y profundamente comunitario. Impulsado por artistas locales, comunidades organizadas y programas culturales que han entendido el arte como una herramienta social, más que ornamental.

Uno de los protagonistas de este movimiento es el muralista ovallino Carlos Álvarez Flores, más conocido como Karpin, quien ha participado en la creación de numerosos murales en la ciudad y en distintos puntos de la provincia de Limarí. Su trabajo ha ido construyendo una línea clara: poner en valor la identidad local, a través de la flora, la fauna, los oficios y los símbolos propios del territorio.

MURALES QUE NACEN DESDE EL BARRIO

A diferencia de intervenciones impuestas o meramente estéticas, muchos de los murales que hoy se observan en Ovalle nacen desde la propia comunidad. Algunos por gestión de los artistas con los vecinos y muchos otros impulsado por las juntas de vecinos y el programa Barrios Culturales, donde la comunidad organizada define las temáticas de las obras según sus necesidades, según la historia e identidad del barrio.

“Todos los murales parten desde la necesidad y el interés de la comunidad y las juntas de vecinos”, explicó Álvarez. Naturaleza, armonía con el entorno y símbolos representativos del sector suelen ser los ejes más solicitados. “Por lo general, casi todas las juntas de vecinos piden temáticas relacionadas con la naturaleza y cosas armónicas con el espacio. Aunque todos los murales pueden tener naturaleza como eje común, cada mural termina representando la identidad específica de ese sector y de las personas que viven ahí”, agrega.

Este enfoque ha permitido que los murales no solo embellezcan, sino que sean apropiados por los vecinos, quienes terminan reconociendo sus sedes, calles y barrios a partir de estas obras.

“En la población Damián Heredia, las personas quisieron resaltar la naturaleza, las mariposas y las lavandas. En laVilla Agrícola quisieron resaltar el rol de la mujer que se fusiona con la naturaleza, porque ahí hay mucha gente trabajadora y lo mismo en todos lados”, señaló, recordando algunos de los últimos trabajos de la parte alta de la ciudad.

HITOS QUE MARCARON EL PAISAJE URBANO

Este movimiento ha tomado mayor visibilidad con murales de gran escala que se han convertido en verdaderos hitos urbanos. Entre ellos destaca el mural de avenida Manuel Peñafiel, que ya lleva más del 50% avanzado y que según el artista recopila casi todo lo característico de la ciudad, siendo una intervención monumental que ha transformado uno de los accesos más transitados de la ciudad. Así como el mural en homenaje a Gabriela Mistral, considerado uno de los primeros trabajos de gran formato en Ovalle.

“El mural que hicimos de Gabriela Mistral también fue un desafío súper grande, porque fue el primer muro a gran escala en Ovalle en que trabajamos”, señaló. Estas obras no solo ampliaron el alcance del muralismo local, sino que también instalaron una discusión sobre identidad, memoria y uso del espacio público, abriendo el camino para nuevas intervenciones en barrios y sectores periféricos.

MÁS QUE ARTE: TRABAJO SOCIAL Y GESTIÓN CULTURAL

El trabajo de Álvarez se extiende más allá de los muros. A través de la Fundación Arte y Educación, impulsa proyectos artísticos en sectores donde no existe acceso permanente a actividades culturales, mientras que con la Academia de Arte Kados desarrolla talleres para niños, jóvenes y adultos.

“La Fundación Arte y Educación la conformamos un grupo de artistas y profesores que postulamos proyectos para trabajar en sectores donde no hay actividad artística. Lo que hacemos es hablar primero con las juntas de vecinos o con las organizaciones del territorio, ver cuáles son sus necesidades y a partir de eso, postular proyectos”, explicó.

Se trata de una labor silenciosa, sin redes sociales institucionales, que responde, según explica, a trabajar sólo donde existen necesidades reales, en un contexto donde el financiamiento cultural sigue siendo limitado. “El mural que hicimos en la Villalón, por ejemplo, nace desde esa necesidad, porque no podían postular y buscamos otra manera de aportar”, expresó.

UNA CIUDAD QUE SE RECONOCE EN SUS MUROS

Mientras los colores siguen expandiéndose por muros, sedes y avenidas, la ciudad avanza en una transformación silenciosa pero profunda. Para el muralista, el objetivo final es claro: consolidar a Ovalle como un museo a cielo abierto, donde cada barrio tenga una obra que lo represente y donde el arte urbano permita a las personas reconocerse en su ciudad. “Para mí, el valor no está solo en pintar, sino en compartir el proceso con las personas”, concluyó.

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