Camarones de río: La historia de un oficio que estuvo por desaparecer

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    El lecho del río Limarí es el mejor lugar para capturar a los escurridizos camarones, uno de los manjares preciados de este generoso valle.

    Si hablamos del Samastacus spinifrons, quizás muy pocos sabrán de qué se trata, en su lugar al referirnos la camarón de río la cosa cambia radicalmente, esta especie de crustáceo que habita en los ríos de la zona centro sur del país, vio una fuerte caída desde comienzos del año 2000, reduciendo considerablemente su población debido a las condiciones climáticas de sequía predominantes durante el fenómeno de la niña.

    Juan Carlos Hernández es camaronero desde el año 2004 y ha presenciado tanto los mejores tiempos del crustáceo, como los últimos años en que se veía prácticamente extinta la actividad. Hoy en día el repunte es lo que se espera para esta nueva temporada. “Este año habrá harta producción, demasiada, por lo que podría hablarse de un repunte, acá somos contados  los camaroneros, somos como 6 los que hay en Salala, antes había 20 o 30 más de los que hay ahora”.

    Cambio en el comercio del camarón

    La venta de camarón ha cambiado de forma abrupta, teniendo que adaptar su modelo comercial a las necesidades imperantes del mercado actual. Antes se vendía el producto en las carreteras en un sistema de turnos que los mismos camaroneros respetaban y hacían valer, hoy ya no se hace y las formas de comercializarlo se dan más con un trato directo a otro proveedor que lo venderá más caro donde lo lleve.

    El camarón del rio Limarí es un manjar preferido por gente no solo local, sino que es exportado hacia otros lugares, debido a la buena calidad de su carne siendo un producto con aporte proteico de buna calidad, también el ambiente de crianza influye: “Aquí la gente aún viene, prefieren el camarón de Limarí que de otros ríos, porque  el camarón es más limpio que el de Illapel, allá por ejemplo está más contaminado el río, por ejemplo los relaves influyen mucho en ello, acá el río es limpio viene del  tranque y pasa directo a la desembocadura, entonces el agua es más limpia y no contaminada”

    Aprendizaje heredado

    La tradición del camaronera se va dando a las generaciones que vienen, al igual que Juan Carlos, antes él aprendió de sus parientes sobre este rubro y así hacia atrás hay toda una tradición que va entregando los conocimientos y estas generaciones se encargan de perfeccionar los métodos, logrando que la extracción del producto se lleve a cabo de mejor manera. “Esto es herencia familiar, lo aprendí de mis tíos, somos una familia de camaroneros, detrás de mí vienen los más chicos, siempre van cuando está autorizado  el camarón, ahora estamos esperando hasta mayo, porque está en veda o sea en reproducción de la hembra.”

    Si bien actualmente en el sector se encuentras 6 camaroneros aproximadamente, las condiciones de lluvia del año pasado serían las propicias para que exista un repunte en la cantidad de trabajadores de esta área, es probable que tanto como aumenta la producción, también lo hagan quienes quieran extraer y comercializar el apetecido crustáceo.

     

    Conociendo al camarón de río

    Al explicarnos sobre este animal, Juan va revelando más detalles sobre la forma en que se puede comer esta especie, por ejemplo  sobre comerlo señaló que “El camarón de río es mucho más sabroso, se aprovecha al máximo, hay mucha gente que se  come todo lo que se puede del camarón incluso la cáscara se puede hacer sopa, tiene más comida el camarón  de río a veces son 5 camarones el kilo y son colas grandes, se puede aprovechar hasta la mano igual.”

    Otro aspecto que no se puede dejar fuera es la vida y reproducción de este pequeño habitante del Limarí, el cual tiene características de ser intersexual, es decir tiene ambos sexos de acuerdo a las condiciones de reproducción que se requieran y la morfología misma del animal varía en sus distintos ciclos. “En tiempos de octubre cuando sale el camarón grande, “cano o guayango” como le llaman, eso uno lo encuentra con 40 o 30 hembras adentro de la cueva, es un solo camarón que se aparea con esa cantidad de hembras, de esas van quedando como 7 porque al mudar de piel, la hembra queda expuesta y el macho al ver que su caparazón es más blanda se las come. Yo todo esto lo voy aprendiendo con el tiempo, por ejemplo, el camarón parte siendo hembra, después e transforma en camarón macho que es el que le llamamos “rubio”, después  el guayango o cano y luego muere, o sea es hermafrodita. Sobre  la reproducción una hembra llega a producir cerca de 20.000 y sólo 2000 se reproducen, los demás mueren en el proceso.”

    La fase de captura

    Al igual que en el buceo marino, hay toda una preparación de por medio al momento de salir en busca de los mejores camarones, para lo que hay que conocer las quebradas y el lecho del río, saber dónde buscar y que lugares son los preferidos por la especie. “Uno llega al río equipado de su traje máscara, a veces usamos maicena para ponernos el traje más fácilmente, sacárselo no cuenta tanto porque con la misma agua ayuda, esto es muy parecido al buceo de mar, uno  se mete y sabe más o menos dónde se dan los camarones, camina un poco y se dice y aquí me voy a tirar y se sigue río arriba hasta llegar a la cuota. Un camaronero saca e promedio 4 o 5 kilos al día, en la noche a veces cuando no hay veda uno saca 10 kilos, eso sí se trabaja hasta las 5 de la mañana, pero es más fácil atraparlos porque a esa hora andan comiendo, no hay que  buscarlo como en el día, en el día hay que meter las manos al monte o a las piedras para atraparlos.” Por lo visto es un trabajo muy sacrificado que implica dedicación y tiempo para obtener los mejores resultados y al igual que cualquier otra disciplina, la experiencia necesaria para un mejor desempeño.

    Anécdota conocida

    Hace años atrás, el año 2013 un extraño animal fue encontrado en la rivera del rio Limarí por el pescador José Castillo, quien jamás había visto un espécimen con tales características, se trataba de una langosta azul de gran tamaño, al consultar a Juan Carlos, aún recordaba el hecho, actualmente el pescador conserva al raro espécimen el cual ha sido disecado para su conservación, sin dudas uno de los casos más raros dentro del rubro de los camaroneros, ya que hasta la fecha no se han registrado nuevas apariciones de crustáceos con este mismo aspecto.

    Las expectativas para la nueva temporada

    Si bien la misma escasez del producto hizo que muchos de quienes se dedicaban a ello migraran a otras actividades como la minería por ejemplo, también hay proyección de que mejore el área dadas las condiciones actuales, es lo que también desea juan Carlos. “Espero que todo fluya como está fluyendo ahora, porque ahora está todo bien, hay mucha agua, también mucha crianza, entonces lo que esperamos es que las ventas se repongan  para poder seguir adelante y por otra parte que el rubro no desaparezca, porque de los que éramos antes muchos se han ido a trabajar a otra cosa, la sequía fue la que los alejó de esto, en ese tiempo no les convenía salir en la noche y sacar 2 kilos, para los 4 kilómetros que se llegaba a recorrer, era mucho, entonces no convenía vivir de esto.”

    El camaronero no va a desaparecer

    Esta actividad es oscilante, es decir cumple ciclos de buenas temporadas, así como también se ven malos momentos, sin embargo esto depende casi enteramente del factor climatológico del años anterior, por lo que actualmente hay  tranquilidad en los camaroneros del Salala sobre lo que se avecina, incluso las expectativas son altas sobre las cantidades que podrán sacarse del río, esto propicia a que esta labor tradicional del valle de Limarí y de la cuenca de su río va a seguir prevaleciendo, como señaló Juan Carlos” no se va a perder, va a seguir, porque toda la gente prefiere el camarón de acá, incluso vienen de Santiago a comprar hasta acá. Antes se vendía todo en la carretera se ponían de varios cuatro, cinco o seis a vender, se turnaban, supongamos hacían 10 o 15 autos cada uno y los 15 pasaban no paraba ninguno  vendía, sino igual pasaba al otro, pero ahora ya nadie  vende en la carretera, es todo comercial.” Sólo cambiará la forma en que se venden los camarones, pero lo que nunca va a cambiar es la esencia del camaronero, eso no se transa.