Clásico de Combarbalá: La historia de una tradición que todos los años divide al pueblo en dos

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    La rivalidad ha pasado por varias etapas, hoy en día más institucionalizados el juego se ha vuelto más profesional.

    Combarbalá es una localidad precordillerana ubicada en la provincia de Limarí, rodeada de un hermoso paisaje montañoso y que entre sus atracciones destaca por poseer la Combarbalita, piedra única en el mundo, utilizada en un sinfín de artesanías, que se da sólo en esa localidad y que además de observatorios astronómicos que aprovechan la nobleza de un cielo limpio ara la exploración de las galaxias y astros, que además  guarda consigo la historia de uno de los clásicos deportivos más importantes de la comuna e incluso del país, se trata del clásico de Combarbalá.

    Esta fiesta deportiva es mucho más que un partido, se trata de una tradición que comenzó en el año 1948, pero cuyos cimientos de los equipos que se enfrentan comenzaron años antes, para ello revisaremos parte de su historia y conoceremos un poco más de cada club.

    El nacimiento de Los Loros

    La idea original de conformar un club deportivo es originaria de dos jóvenes, Hernán Pizarro y Sergio Tapia, los que tuvieron la idea de conformar un club donde pudieran practicar varios deportes como excursiones a  la cordillera y también generar una instancia de esparcimiento para diversificar la oferta de actividades del pueblo, que para ese entonces como relata Hernán , estaba diseñada sólo para adultos, el libro 2El clásico de Combarbalá, la noche más larga” de Héctor Larrondo, contiene un compilado muy completo de testimonios de los mismos protagonistas y fundadores, entre sus páginas se puede destacar el momento exacto en que los loros se constituyen en una reunión que el mismo protagonista jamás olvidará. “A esa reunión asistieron Sergio Tapia, Segundo Ubillo, Carlos Carvajal, Juan de La Rosa, Fernando Manzano, Fernando Barbaste y yo. Luego de conversar y deliberar levantamos un acta de fundación. Era el 17 de diciembre de 1942 y se puede decir que ese día nacieron Los loros.” Esa misma reunión se definió las directrices y crearon la bandera verde con dos loros rojos, mascota que actualmente los caracteriza. De esta forma quedó conformado el primer club y actual rival de Unión Juvenil, de quienes hablaremos a continuación.

    Surgen Los Diablos

    La historia de Unión Juvenil o Diablos Rojos como les fue apodado más tarde nace unos años más tarde, cuando Fernando Manzano y Fernando Barbaste, quienes habían sido socios fundadores de Los Loros, decidieron crean una nueva institución deportiva, para ello y con la colaboración de otro grupo de jóvenes  entre los que se destaca a Juan Collao Cerda, Arturo Esquivel, Fernando Contreras; Jorge, Raúl y Guillermo Guzmán; Gonzalo Jorge y Georgina Tapia, entre ellos. La idea fue fusionar a dos clubes pequeños que funcionaban por aquella época, el Club Juvenil y el Club Unión Victoria, es así como un 25 de enero de 1947 nace el Club Deportivo Social y Cultural Unión Juvenil, al día siguiente celebraron su primera reunión donde acordaron que el color que los representaría sería el rojo y establecieron un reglamento para hacer oficial la conformación del club, enfocándose en la integración de sus actividades a todo el pueblo. Celebraron esta conformación invitando a Los Loros sin costo alguno, de esta forma buscaban establecer unidad y sana competencia, este sería precedente para una rivalidad latente que se gestaría años más tarde.

    Loros versus Diablos

    La conformación de un nuevo club que tenía un claro crecimiento y que podía significar un potencial rival fue la base para que comenzara gradualmente la pugna entre ambas escuadras, los directores de ambos clubes notaron como esta rivalidad se iba acrecentando mediante rumores sobre la separación de algunos miembros de Los Loros que habían migrado a establecer  el Club Unión Juvenil, sin embargo ambos equipos supieron canalizar esta rivalidad de forma positiva y decidieron entonces consignar un partido amistoso entre ambos clubes que sería la culminación de actividades de verano, para ello decidieron que el partido se jugaría la tercera semana de febrero de 1948, sellando este encuentro en un partido de básquetbol, al que años más tardes se añadió el mini clásico y  también con el tiempo se le añadieron toques culturales que lo hicieron más llamativos, con la presentación de obras de teatro (una por cada agrupación) y la competencia de barras o cheerleaders como son denominadas en la actualidad. Con el paso de los años se transformaría en la celebración más importante de Combarbalá.

    La preparación previa

    La antesala del clásico es un momento importante ya que el despliegue del mismo día debe ser coordinado y cumplir con la alta expectativa generada en el pueblo y en los visitantes que curiosos por esta verdadera fiesta de cultura y deporte se sienten atraídos a conocer en carne propia uno de los enfrentamientos más aguerridos del año, lentamente el pueblo comienza a dividirse en dos y parejas y amigos que son simpatizantes de distintos clubes, dejan incluso de hablarse, el ambiente se torna hostil, pero siempre en el marco de una actividad sana y competitiva, sin embargo esto no es sólo de un día, la preparación lleva un año para culminar en este evento.

    Los clubes comienzan preparando a sus escuadras en el aspecto técnico y físico, aunque no sólo en ello se concentran las energías para ser los mejores, también existe un importante despliegue de fuerzas en la preparación de las obras teatrales, cada equipo cuenta con una hora para representar alguna obra clásica o de autoría propia, la cual,  con lo años  ha destinado cada vez más recursos que muchas veces son suplementados con actividades adicionales de cada club, para generar los recursos necesarios.

     También está la competencia de cheerleaders,  que cada vez adquiere más fuerzas, todo partió con las tradicionales barras que se diferenciaban con lienzos y camisetas de sus rivales, posteriormente en la década de los 80 se incorporan las Poms, era exclusivamente constituido por mujeres que animaban a sus respectivos colores, para al final en los últimos años y a partir de los 90 se integra este último grupo,  jóvenes, tanto hombres como mujeres son los encargados de ejecutar este show y están durante meses preparando sus coreografías y acrobacias para deleitar a la multitud, deben ser muy precisos y fuertes para lograr coordinar los arriesgados y vistosos movimientos y así lograr mantener la atención de los espectadores, cada grupo con los respectivos colores de su equipo además de la llamativa indumentaria y elementos de apoyo como plumeros y otros, pretenden ser los mejores animadores de la velada.

    Clásicos con historia

    Dónde hay rivalidad, hay historia y eso es lo que los combarbalinos más rescatan, encuentros disputados punto a punto y otros eventos más anecdóticos, muy bien logró compilar algunas de ellas Héctor Larrondo, el relato es de Hugo Larosa, nieto de uno de los fundadores de Unión Juvenil, quien jamás pudo olvidar el clásico disputado entre el final de los 60 y comienzo del 70, cuando en un encuentro precedido por una polémica. “Por esos tiempos algunos personajes del club rival, cuyon nombres me reservaré, tenían la mala costumbre de acoger, en el día previo al match, a los árbitros en sus casas. Les ofrecían asados y los trataban a cuerpo de rey, lo que evidentemente no era correcto, pues se creaba un lazo demasiado estrecho entre los réferis y uno de los clubes. Sucedió que cuando se estaba jugando el parido, el réferi hizo un cobro demasiado descarado en contra nuestra, un “saqueo” demasiado notorio. Uno de nuestros jugadores se sintió demasiado pasado a llevar y casi se volvió loco en la cancha” para acortar un poco la historia, tras haber golpeado al árbitro y algunos carabineros, el jugador se dio a la fuga por entre el público, por razones obvias ese clásico fue suspendido y por un relato del profesor Fernando Ubillo “es jugador se fue sigilosamente en la noche, en el tren automotor que pasaba por el pueblo en ese tiempo. Se radicó en Illapel y nuca más volvió a Combarbalá.”

    Otro relato corresponde a Patricio Araya, quien jugó por más de diez años por Los Loros y cuenta que el clásico de 1983 fue el que lo marcó, cuando se estableció que sólo podían jugar combarbalinos “en algunos clásicos previos se había llegado al extremo de que cada equipo tenía dos o tres jugadores del pueblo y el resto era gente de afuera. Ese año se decidió que el clásico tenía que nacionalizarse, o sea, debían jugarlo sólo los combarbalinos , ya fuera gente nacida en el pueblo, sus hijos o aquellos que tuvieran cinco años de residencia en el pueblo.”

    Habiendo hecho este pequeño resumen histórico sólo resta esperar al día sábado cuando nuevamente Combarbalá se divida en dos, Loros y Diablos se verán las caras nuevamente en un encuentro que coronará al campeón y para el cual han estado esperando desde el año pasado.