En El Talhuén buscan crear variante de cerezas adaptadas al clima de la región

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    Un nuevo Día de Campo al alero del Programa de Mejoramiento Genético en Cerezos (PMG) del Instituto de Investigaciones Agropecuarias INIA, el consorcio Biofrutales y el apoyo de la Corporación de Fomento Productivo (CORFO), se desarrolló en Talhuén, comuna de Ovalle, lugar donde desde 2017 se están evaluando segregantes de cerezos adaptados al clima local.

    Según explicó Giovanni Lobos, investigador de INIA Intihuasi, “la actividad tuvo como objetivo dar a conocer el avance y estado de los segregantes que podrían transformarse, en un futuro, en posibles variedades que se adapten al clima de la Región de Coquimbo u otras zonas tempraneras del país".

    Durante la instancia, destacó la buena recepción que han tenido los nuevos segregantes esta temporada. La visita contó con la participación de productores de cerezas de la zona y otros puntos del país, asesores, profesionales del agro, exportadores, viveros e interesados en reconvertir sus huertos a cerezos.

    "Estos segregantes con la baja acumulación de frío invernal han presentado una brotación uniforme, adelantada, floración corta, fruta de buen calibre y color, pedicelo largo, buena relación hoja/fruto, tal como la industria lo requiere y todo esto en forma natural, es decir, sin la utilización de reguladores de crecimiento para suplir la falta de horas fríos, así como para mejorar el calibre. Esto es lo que se busca de una posible nueva variedad, así que estas características presentadas se deben seguir evaluando para ver si se mantienen en el tiempo", explicó Giovanni Lobos sobre los avances del proyecto.

    José Manuel Donoso, investigador de INIA Rayentué y director del Proyecto, comentó sobre los positivos logros que han tenido gracias al Programa de Mejoramiento Genético “encontramos cinco segregantes superiores, adaptados a la baja oferta de frío invernal en un año severamente crítico en este aspecto; con fruta firme, grande, de calidad y de buen sabor”. Asimismo, enfatizó que, si bien la selección 21 es la más adelantada, “tenemos al nivel de dicha selección, 3 variedades más que se están evaluando y al mismo tiempo tenemos 40 selecciones intermedias que están en diferentes fases de evaluación para pasar al mismo nivel que está la selección 21”.

    “Cada año seguimos realizando cruzamientos y generamos alrededor de cinco mil segregantes que serán evaluados en los próximos años. Lo relevante es que este programa joven ha desarrollado capacidades humanas y tecnológicas que se encuentran transitando a una etapa de madurez, lo que podría ser vital para apoyar y sostener una de las industrias frutícolas más relevantes del país, como es el cultivo del cerezo”, agregó. 

    Por su parte, el director regional de INIA Intihuasi, Claudio Salas, detalló la relevancia que tiene el Instituto de Investigaciones Agropecuarias en esta materia “como centro de investigación estamos contribuyendo de forma importante a la generación de una agricultura resiliente, generando variedades de bajo requerimiento de horas de frío dentro de una estrategia sostenible que considera que el cambio climático está afectando las condiciones invernales. Esto permitirá a los agricultores adaptarse a las condiciones climáticas y producir alimentos de manera más eficiente en regiones como Coquimbo, donde la fruticultura se ha visto fuertemente afectada por la crisis climática”.

     

    TRABAJO PÚBLICO-PRIVADO  

     

    El mejoramiento genético es un trabajo extenso, bien lo saben quiénes forman parte del PMG en cerezos, el cual comenzó a desarrollarse a nivel nacional el año 2010, en Ovalle el 2017 y donde el trabajo colaborativo entre INIA, Consorcio Biofrutales y Corfo ha sido fundamental en todo el proceso.

    Rodrigo Cruzat, gerente del consorcio Biofrutales, valoró los avances del programa, sobre todo considerando los desafíos derivados del cambio climático “esta temporada es especialmente desafiante y está siendo muy difícil para la industria de cerezos en general. Tuvimos un invierno bastante cálido donde muchas zonas no alcanzaron a tener niveles mínimos de horas frío, las cuales son necesarias para que las plantas puedan florecer adecuadamente. Además, tuvimos una primavera llena de eventos climáticos raros, días fríos y algunas zonas con lluvia. Estos últimos 20 años aprendimos a manejar mejor la cereza y desarrollamos más paquetes tecnológicos, sin embargo, es fundamental seguir desarrollando tecnología genética que nos ayude a adaptarnos mejor a las condiciones de cultivo”.

    Andrés Zurita, director de CORFO Coquimbo, destacó la relevancia de estas iniciativas de investigación público–privadas porque “responden a la necesidad de diversificar la industria frutícola nacional, representan agregación de conocimiento nacional vía mejoramiento y desarrollo de variedades locales. Asimismo, generan valor adaptativo en esta especie de gran interés comercial, puesto que estas futuras variedades son los genotipos mejor adaptados a un clima cambiante, que en Coquimbo se expresa con cambios en el patrón de temperatura (menos horas de frío) y una adaptación productiva y tecnológica acorde a los desafíos de incrementar la eficiencia hídrica y la sostenibilidad de la producción regional”.

    El Seremi de Agricultura de la Región de Coquimbo, Christian Álvarez, agradeció la labor realizada por el Instituto de Investigación Agropecuarias “gracias a la investigación que realiza el INIA, buscamos entregar nuevas opciones productivas a los agricultores de nuestra región, logrando obtener variedades adaptables a nuestra condición ambiental. Frente a la situación climática actual, se vuelve primordial poder tener opciones de cultivos adaptables a la zona, para seguir cultivando nuestra tierra".

    Donoso, director del programa, enfatizó la importancia de adaptar los cultivos al cambio climático “el punto fundamental es que por mucho tiempo la genética extranjera funcionó en el clima que había antes. Sin embargo, estamos en un clima cambiante, con primaveras raras, calor extremo y nosotros hemos demostrado que la selección e identificación de genotipos en el territorio permitirán que esas plantas crezcan adaptadas a estos climas cambiantes y ese es el valor añadido de esta propuesta”.