Mamás emprendedoras, por sus familias y por ellas

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    Isabel Robles tiene 63 años, es madre de tres hijos y abuela de cuatro nietos. Comenzó a emprender cuando jubilo

    Vender en ferias, a través de redes sociales y a los amigos más cercanos es una de las características comunes que tienen Isabel, Marlene y Erika. Ser madres es otro punto en común que las hace especiales.

    Las tres hacen cosas con sus propias manos, Isabel hace jabones, Marlene orgones y Erika artículos para el hogar y las tres tuvieron un punto de quiebre en su vida que las hizo tomar la decisión de emprender.

    Diario El Ovallino recopiló estas tres historias para celebrar el día de la madre y homenajear a quienes se la juegan día a día por su familia.

    Isabel Robles:

     “Mis hijos están orgullosos de mí y yo estoy orgullosa de ellos”

    Isabel Robles se tuvo que reinventar luego de jubilar como profesora, su pensión no le alcanzaba para una vejez digna y por eso decidió emprender con su marido, con quien lleva  40 años de matrimonio.

    Isabel Robles nos recibe en su bazar “Pedacito de Cielo” ubicado en la población Carmelitana, allí, además de vender los productos típicos de un bazar, vende jabones y productos naturales hechos por sus propias manos.

    Desde hace tres años que comenzó con su emprendimiento, una aventura que inició junto a su marido cuando una de sus hijas le pidió vender los jabones artesanales que había hecho con unas compañeras de curso. “Mi hija agrónoma se había juntado con un grupo de amigas a hacer jabones y los tenían hechos y se dieron cuenta que ninguna tenía la capacidad para venderlos” recuerda Isabel, quien se hizo cargo del negocio junto a su marido, con quien lleva 40 años de matrimonio, una vez que las jóvenes encontraron trabajo.

    Cuando se acabaron los jabones se puso manos a la obra y además de elaborar diferentes variedades de jabones con leche de cabra, hizo alcohol de romero, sales de baño y almohadillas de semillas.

    Para ella su emprendimiento no le ha dado más que satisfacciones y aunque reconoce que en un principio fue para poder generar un ingreso extra a su jubilación hoy se siente orgullosa de su negocio, que ha crecido con el tiempo.

    “He logrado poder generar recursos para poder subsistir, uno cuando emprende algo es porque sus necesidades son más importantes. Comenzamos con poquito, vendiendo primero a los amigos, ellos se lo ofrecían a algún amigo y gracias a Dios esto ha ido creciendo, me integré a fomento productivo, donde me empezaron a ayudar, a llamarme para ir a ferias y eso me ayudó también a que los productos se fueran conociendo”, sostiene Isabel, quien antes de jubilar se desempeñaba como profesora de religión en un colegio de San Pedro de Pichasca.

    Además de ser emprendedora Isabel es madre y abuela, tres hijos y cuatro nietos que la han visto ejercer diferentes oficios, y es que esta no es la primera vez que Isabel se reinventa, ya antes había obtenido un gran logro: estudiar en la universidad y sacar su carrera de pedagogía en religión.

    “Cuando formé mi familia hice de todo, trapee pisos, cuide enfermos, ayudé a mi marido a vender lo que pillábamos para generar recursos, ingresos para mis hijos, hasta que se me dio la oportunidad de estudiar y saqué mi título de profesora, con eso tuve la oportunidad de que mis hijos pudieran estudiar, llegó un momento en el que estábamos estudiando mis dos hijas y yo, estábamos las tres en la universidad, una recién empezando, yo haciendo mi práctica y la otra ya también a punto de terminar sus estudios , pero teníamos que seguir adelante”.

    Para Isabel la vida ha sido de esfuerzo y ahora disfruta de los réditos de su negocio y del orgullo de haber sacado adelante a su familia “Mis hijos están orgullosos de mí, mis hijas cuentan de su vida de niña con mucho orgullo nuestro origen humilde y ellos ver como surgimos de a poco y hoy verlos a ellos titulados para mí también en un orgullo”.

    Marlene Pizarro:

    “Mi hijo ha sido un gran maestro”

    Marlene tiene tres hijos y se dedica a generar bienestar a través de terapias complementarias y artesanía

    La maternidad a veces llega antes de lo planeado, de eso sabe muy bien Marlene Pizarro, quien a los 21 años, mientras se encontraba en tercer año de la universidad en Valparaíso, tuvo a su primer hijo. Debido a ello tuvo que dejar los estudios de diseño y volvió a Ovalle.

    Un punto de quiebre, que sin dudas, modificó los planes que tenía para su vida y que a la vez le dio una nueva oportunidad: emprender en el campo de las terapias complementarias.

    Según señala Marlene el espíritu creativo nunca se alejó de su lado y a pesar de haber abandonado sus estudios continuo creando. “Primero partí haciendo artesanía con lana y fieltro, tuve que dejar de estudiar, pero nunca quise desvincularme totalmente del diseño y de crear, creo que cuando uno tienen alma creadora no se puede desvincular tan fácil de eso, así que por ahí empecé a emprender”, relata Marlene, quien como muchos comenzó vendiendo sus productos a amigos y conocidos y luego a través de las redes sociales.

    “El año 2014 comencé a estudiar terapias complementarias, flores de Bach. Luego estudié gemoterapia y el 2016 inicié con la idea de la artesanía sanadora” comenta la joven, quien ahora se dedica a hacer orgones, con el objetivo de ayudar a transmutar las energías negativas que se encuentran en el ambiente.

    Ella cataloga a su emprendimiento como familiar, además de hacer terapias con flores y gemas se dedica a elaborar artesanía con orgones, su pareja también hace terapias y juntos poseen la marca Marrón, artesanía sanadora. “El trabajo que tenemos nosotros es hacer artesanía que está ligada al bienestar y a la salud, tenemos clientes ya con testimonio y eso igual te da un empuje a seguir creando, seguir trabajando a seguir haciendo nuevas cosa, nuevas creaciones a partir de esta idea”.

    Marlene reconoce que para emprender es necesaria la red de apoyo familiar, sobre todo ahora que tiene tres hijos, “complemento mis tiempos de madre, con la de artesana, con la de terapeuta.  Dejé dos días a la semana para hacer terapia, para no dejar a mis hijos, porque igual ser madre de tres es complejo, así que siempre se van complementando los tiempos de creación, de madre, de pareja, de todo”.

     Sobre el hecho de haber abandonado los estudios debido a su embarazo, Marlene señala que si bien fue difícil en un principio esto se convirtió en una oportunidad. “Hoy día con la madurez siento que fue una oportunidad, en el momento con 21 años igual era difícil ser mamá y dejar la universidad, sobre todo porque yo estaba en Valparaíso y no tenía red de apoyo”.

    Marlene explica que sus hijos son su luz y el motor que la impulsa a seguir. “Hoy siento que Dante, mi primer hijo, fue mi gran maestro y que me dio una segunda oportunidad en la vida, de no pensar que porque no terminé la universidad soy un fracaso, sino que al revés, eso como que me impulsó de alguna manera a seguir, que habían otras alternativas y que siempre se puede, aunque a veces los tiempos no son los mismos de otros, que las experiencias al final siempre son enriquecedoras, cualquier experiencia en la vida es enriquecedora y solo depende de uno poder ver eso”.

    Erika López:

    “Gané tiempo y gané experiencias con mis hijos”  

    Luego de 13 años como trabajadora dependiente Erika comenzó a ser su propia jefa  y obtuvo como recompensa tener tiempo para ella y su familia.

    De supervisora de cajas en un supermercado, sin feriados y con horarios estrictos Erika pasó a ser su propia jefa. Una crisis emocional la impulsó a dejar su trabajo que la mantuvo por 13 años siguiendo horarios y órdenes de otros y cambiarlo por el emprendimiento.

    Si bien lleva poco tiempo en este negocio, las satisfacciones no se hicieron esperar y Erika se dio cuenta de que siendo su propia jefa podía hacer cosas que antes no podía, como acompañar a sus hijos a eventos especiales u organizar viajes con la familia.

    Su emprendimiento: artículos para el hogar, como cojines, pieceras y espejos rústicos. “Empecé el 2017 a crear algo para la casa, empecé con unas pieceras, luego me hice un Facebook y vi que las cosas iban saliendo, a la gente les gustaba y me ha ido bien”, indicó Erika, quien se refugió en su máquina de coser.

    “Esto empezó como una terapia también, estaba pasando por un momento complicado y mi máquina de coser me ayudó bastante, me ayudó harto y bueno cada vez voy agregando cosas a mi emprendimiento, ahora estoy con artesanía, hago espejos rústicos y hago cosas para la casa, decoración de las camas, pieceras,  cojines decorativos para la terraza, para el living”, explica Erika, quien se siente bien de poder ver a sus hijos (de 19 y 6 años) continuamente sobre todo al más pequeño.

    Si bien emprender no ha sido fácil y tiene el apoyo de su marido en el proceso de producción, Erika se siente orgullosa de sí misma, “me ha dado muchísimo orgullo que ahora la gente me busque y que me reconozca, o que me feliciten por mi trabajo y que me digan que es único, exclusivo, de verdad que eso ayuda”.

    Sobre las ventajas de emprender el más importante para ella es el horario libre, “me encanta lo que estoy haciendo, cuando estoy en mi casas me siento a crear, me planteo que voy a hacer hoy día y como lo voy a hacer, como coloco un género para que combine con el otro, esa ventaja de crear, ser yo mi jefa, y que no venga nadie a decirme lo que tengo que hacer. Otra ventaja es que puedo no trabajar un día y dedicarme a mi familia, antes yo no podía hacer eso, tenía que depender que hubiera un día de descanso no necesariamente un feriado porque los feriados también se trabajan”.

    Erika siente que “a veces es necesario hacer cambios, es necesario empezar por dejar algunas cosas para tomar otras, para darle más atención especial, se me hizo difícil, pero gané muchas cosas, gané tiempo, gané experiencias con mis hijos porque antes yo no podía participar en un acto, ahora me di el tiempo de yo bailar para mi hijo y antes no había podido hacerlo”, concluyó.