El recuerdo de los temblores que dejaron al Limarí en el piso

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    FOTO 2. Los tradicionales materiales de construcción que se utilizan en la provincia, como el adobe, muchas veces no logran resistir los fuertes movimientos sísmicos que, de tanto en tanto, sacuden el territorio. (FOTO: EL OVALLINO)

    El pasado 19 de enero la región de Coquimbo volvió a ser víctima, en menos de cinco años, de un nuevo terremoto. Esta vez, el movimiento alcanzó los 6.7 grados Richter, pero la intensidad del sismo se sintió con especial fuerza.

    A diferencia de otros episodios anteriores, esta vez el epicentro se ubicó en la provincia del Elqui, frente a la costa entre Coquimbo y Tongoy, por lo que fue esa provincia la más afectada.

    De todas formas, el sismo sacudió también a la Provincia del Limarí, trayendo a la memoria los últimos terremotos que han afectado al territorio, dejando tras de sí fallecidos, incertidumbre, y numerosos daños materiales.

    MONTONES DE ESCOMBROS

    Dentro de lo que es el registro moderno sobre sismos, el 6 de abril de 1943 quedará en la historia como el día en que la entonces Provincia de Coquimbo se sacudió al ritmo de un terremoto de 8,2 en la escala Richter.

    El “terremoto de Ovalle” como se llamó en ese entonces – aunque su epicentro estuvo más al sur, cerca de Illapel –  tuvo como epicentro el fondo marino, y dejó una serie de importantes daños materiales en varias ciudades y localidades del Norte Chico del país, generando incluso un tsunami que no causó mayores estragos.

    En un país más pobre y con mayor precariedad material como el de aquel entonces, las informaciones tardaron en darse a conocer, por lo que la magnitud cabal del sismo recién comenzó a conocerse con el paso de los días.

    En el entonces Departamento de Ovalle, la destrucción se hacía patente en localidades como Sotaquí, Monte Patria, Sotaquí y en la misma capital departamental. Derrumbes, grietas en las murallas, caminos cortados, deslizamiento de relaves mineros y afectaciones en edificios públicos como en el hospital de aquel entonces, fueron las consecuencias de aquel movimiento sísmico.

    El temblor había dejado un total de 25 fallecidos, una cincuentena de heridos, y más de 23 mil damnificados.

    PUNITAQUI COMO EPICENTRO

    La noche del 14 de octubre de 1997, la tierra volvía a temblar.

    Ovalle y gran parte de la provincia de Limarí se encontraban nuevamente en el suelo.

    Y es que ahora, el origen del sismo había sido aquí mismo: un fuerte terremoto de 7,1 grados en la escala Richter, con epicentro en la comuna de Punitaqui, había sacudido a la provincia, dejando un saldo de ocho personas fallecidas, casi 60.000 damnificados y decenas de viviendas y edificios derrumbados, entre ellos, el viejo edificio ubicado al final de calle Libertad, que por aquel entonces, albergaba las instalaciones de nuestro diario.

    El origen de toda esta energía que sacudió al Limarí, se ubicó en un punto a medio camino entre Punitaqui y Ovalle (a 8 kilómetros de la ciudad de los molinos, y 22 kilómetros de la capital limarina), a 56 kilómetros de profundidad, en el interior de una falla geológica que se ubica en el sector.

    Gobernaban las dos comunas más afectadas en ese entonces, Alberto Gallardo en Ovalle y Blas Araya en Punitaqui. Por su parte, Laura Pizarro estaba al mando del gobierno provincial.

    En esta última comuna, la más afectada por el movimiento telúrico, la situación era desastrosa: seis fallecidos y prácticamente todo el pueblo de Punitaqui en el suelo.

    Quienes vivieron esa jornada, recuerdan que más allá de la destrucción que dejó el terremoto, uno de los mayores momentos de pánico e incertidumbre que vivió la población, fue cuando comenzaron a circular rumores de que la cortina del tranque La Paloma podía haber sufrido algunas fisuras producto del sismo, justo cuando el embalse se hallaba a plena capacidad tras un año fuertemente lluvioso, como fue 1997.

    Lo cierto, es que el terremoto de Punitaqui ha sido uno de los más destructores en cuanto a su área de afectación respecto a otros eventos semejantes, ello, por el efecto generado por la amplificación de la onda sísmica en el terreno y en especial, debido a la mala calidad de los materiales de construcción que predominaba en aquellos años en la provincia, como es el adobe.

    Finalmente, se contabilizaron más de 8.000 viviendas derrumbadas o seriamente afectadas, además de los ya nombrados edificios públicos con daños e infraestructura económica y productiva seriamente dañada.

    OTRA VEZ LA DESTRUCCIÓN

    Así llegamos al 16 de septiembre de 2015, el último gran movimiento sísmico que hasta el 19 de enero pasado, había sufrido la provincia.

    8,4 grados en la escala de Richter fue la intensidad que alcanzó el movimiento telúrico que hace casi cuatro años, generó pánico, dejó a 15 personas fallecidas y botó al piso construcciones y viviendas completas – algunas que ya venían con daños desde el terremoto de 1997 – fenómeno al que minutos más tarde, se sumó un tsunami que afectó la costa entre Tongoy y Coquimbo, profundizando aún más el daño en infraestructura y pérdida de vidas.

    Y si bien, el epicentro del terremoto se ubicó en la costa de la provincia del Choapa, por una cuestión de cercanía la provincia del Limarí se vio también muy afectada por el sismo, en especial, comunas rurales como Monte Patria, Punitaqui, Combarbalá y Río Hurtado, sin dejar de lado por supuesto, el sector rural de Ovalle.

    Hasta el día 21 de septiembre, según el Comité Operativo de Emergencias, los afectados por el sismo fueron 133.748 personas, los damnificados fueron 2.716 y las viviendas con diferentes daños superaron las 900. No obstante, las cifras finales quedaron en más de 27 mil damnificados, más de 2.400 viviendas destruidas, y otras 2.700 con daños severos.