La celebración de la Fiesta Grande del Niño Dios de Sotaquí siempre es un buen momento para reencontrarse con la fe católica y con todas las costumbres que nos definen como limarinos, desde los bailes chinos hasta llenar de color, sabor y ritmo las calles del pequeño pueblo en el marco de la procesión.
Desde la mañana la gente se acercaba hasta la iglesia, plaza, la capilla y el altar que se levantó al aire libre para recibir a los miles de feligreses que llegaban a pagar promesas o a pedirle un milagro al Niño Dios.
Pero no sólo es el movimiento religioso, también hay mucho movimiento social y comercial alrededor de la imagen sagrada.