Crédito fotografía: 
Roberto Rivas Suárez

Quizás en un futuro cercano los murales de Ovalle se conviertan en un atractivo turístico tan llamativo como el paseo de la fama de Hollywood y la gente se tomaría fotos con ada uno de los personajes retratados.

Quizás el Koki Curiche termine rodeado de ayudantes, aprendices y asistentes que le colaboren en la ardua tarea de inmortalizar en las paredes de la ciudad a todos los grandes ovallinos de la historia reciente.

Quizás en un futuro lejano los murales no sean sólo en dos planos, sino en tres, cuatro dimensiones o hasta sean interactivos, respondiendo preguntas y hablando con los peatones que se deslicen en monopatines voladores por Vicuña Mackenna.

Quizás en las noches los murales cobren vida cuando nadie los ve, como los juguetes de Toy Story, y hablen entre ellos sobre glorias pasadas y tiempos de la infancia de cada uno de los personajes retratados.

Quizás el mural de Don Gastón está esperando compañía para conversar en las frías y solitarias noches ovallinas.

“Yo soy muy conocido aquí, creo que me gané el derecho a tener mi propio mural”, dice el “gancho” Darío, y nadie se atreve a restarle méritos. “He salido en televisión nacional y canto también en la radio, le ayudo a subir la audiencia a don Carlos, porque cuando canto los temas de Leo Dan y Lucho Barrios tengo harta sintonía, sobre todo en los campos”.

Anuncia que si le hacen su mural, desde allí le va a agradecer a todos los que lo han ayudado de una u otra manera. “A las enfermeras, a los amigos, a los deportistas que me siguen apoyando. A los funcionarios del hospital y del consultorio porque me atienden y no dejan que la diabetes me gane el juego”.

Quizás si el “gancho” tuviera su mural los jóvenes se esfuercen más en el deporte para ser reconocidos como Darío.

Quizás.

 

 

 

 

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Diario El Ovallino