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Rodolfo Pizarro/Romina Navea
Ovalle decide volcarse a la calle, tras las evasiones en el Metro de Santiago y las protestas en la capital. Un día después se comenzaría a vivir en la zona manifestaciones diarias que no se evidenciaban en los últimos 30 años.

Para muchos el 2019 será recordado como el año en que cambió todo. Que cambió la forma de reaccionar ante las múltiples situaciones que viven los habitantes de este país y que estalló un 18 de octubre en Santiago y rápidamente se propagó por todo Chile.

El alza de $30 pesos en el valor del boleto del Metro permitió que miles de estudiantes evadieran el pasaje los días 15, 16 y 17 de ese mismo mes y se acumularan con otras molestias sociales. El costo de la vida, las bajas pensiones, el mismo sistema de jubilaciones, la calidad de la salud, el endeudamiento por estudiar, y tantos otros que simplemente la ciudadanía no aguantó más y estalló la olla de presión que hervía desde los últimos 30 años.

“La gente se cansó del costo de la vida, se cansó de seguir aguantando, de seguir masticando esa rabia. Y la gente explotó. Esta especie de contagio social existente por parte de la comunidad, se ven movilizaciones en toda la región y Ovalle anteriormente no se habían visto involucradas”, se refería Juan Pedro López, sociólogo y académico universitario.

Y la provincia no quedó exenta a estos problemas. Al día siguiente, el 19 de octubre, unos tres mil ovallinos se congregaron en las calles de la ciudad para protestar ante el abuso policial y las injusticias sociales. La marcha concluyó en el frontis de la Tercera Comisaría donde gritaron y hacían ruido a punta de cacerolas, ollas y sartenes. Aquel fue el comienzo para un movimiento social que no se había visto en décadas en la ciudad, quizás desde la dictadura de Augusto Pinochet.

“En las protestas de los años 80 era sencillo saber quiénes se manifestaban, pero lo que ocurre con estas manifestaciones, es que es transversal, con muchos estudiantes, con las familias de estos, los adultos mayores que sufren, los trabajadores de la salud, y esta es amplia, heterogénea. Son miles de personas en la ciudad y en la cual se han desarrollado con mucha calma. Hay descontento, rabia y frustración y esperemos que esto no pase a mayores”, recuerda el ex consejero regional del PC, Miguel Ángel Solís.

A su vez, poco a poco la calle va exigiendo una nueva Constitución, que reemplace a la existente de 1980, mientras que a su vez, el Ejecutivo entrega señales y medidas que no convencen a los millones de manifestantes que cada día se trasladan a las principales arterias del país. Ovalle convierte a la Plaza de Armas en una “Plaza de la Resistencia”, para los movilizados.

Los primeros días de protestas estuvieron marcados también por los hechos vandálicos en el centro de la ciudad, donde encapuchados quemaron mobiliario público en la Alameda de la ciudad, además de romper señalética del tránsito y atacar con piedras el cuartel de Carabineros, además del ingreso a algunas tiendas comerciales.

Ante esto, el sociólogo indica que son personas que se sienten fuera del sistema y buscar llamar la atención.

“Si hay violencia por parte del Estado, los civiles también serán violentos. Sin duda alguna, el trasfondo de esta violencia pasa por la educación, donde también es uno de los temas en cuestión La violencia es ejercida por grupos minoritarios, ya que en gran medida se realiza en forma pacífica, que se sienten fuera de este sistema y su manera de llamar la atención es esa, para desmarcarse, de esa manera sobresalir, cosa que no comparto porque con la gente en la calle ya es suficiente para generar algún cambio”, explicó el sociólogo.

A pesar de esto, el tenor de las protestas ha sido pacíficas, con actos culturales y llamado a que la clase política dé respuestas a sus demandas.

La gente salió en masa en Ovalle, al igual que en todas las ciudades de Chile, aspecto que destaca el reportero radial y otrora reportero gráfico de El Ovallino, Nelson Gallardo.

“Ahora como es una manifestación libre y sin represión, la gente sale sin miedo a protestar y eso es uno de los factores para que haya protestas mucho más numerosas, como las de ahora”, dice.

El 12 de noviembre se registró la movilización más multitudinaria, donde más de 10 cuadras de extensión fueron ocupadas por manifestantes pacíficos, quienes desde las 10.30 horas recorrieron las principales calles de la ciudad exigiendo mejoras en la salud, pensiones, educación, nueva Constitución, y otros tantos males de los cuales se cocinaron dentro de la olla a presión de estos últimos 30 años.

DERECHOS HUMANOS EN LA ZONA

Jornadas de protestas que han tenido en ocasiones lamentables sucesos, como los casos de violaciones a los derechos humanos que el Instituto Nacional de Derechos Humanos recopiló en Ovalle y que incluso fueron parte del informe de la comisión de DD.HH. de la ONU que visitó el país.

Los hechos más graves fueron los del 19 de octubre, cerca de las 21.00 horas, Benjamín Huerta recibió un disparo en su pierna por parte de un Carabinero de civil en plena Alameda. El herido no habría participado de las movilizaciones de aquel día. Mientras que el 8 de noviembre, Alexis Seura Sarriá perdió la vista de uno de sus ojos tras un impacto de balín por parte de personal policial, mientras caminaba por la Alameda de Ovalle en medio de una manifestación. Hasta la fecha se desconoce la identidad de quién disparó.

Esto sumado al caso que reportó la ONU, cuyo informe detalla una agresión sexual a un joven de 17 años en la ciudad.

“Según la información recibida, Sergio (17 años) fue agredido el 5 de noviembre en el camino a casa después de una protesta en Ovalle por un grupo de Carabineros vestidos de civil, que lo agarró por el cuello y lo golpeó repetidamente en el cuerpo y la cara. Uno de ellos apretó repetidamente sus testículos, durante varios minutos a la vez. Luego lo esposaron mientras continuaban apretando sus genitales. Una vez en la comisaría, fue fotografiado y obligado a firmar documentos antes de ser liberado. Según su relato, ni su detención ni sus heridas fueron registradas”, describe el informe.

Un estallido social que se desconoce si acabará, lo cierto es que desde el 18 de octubre nada siguió igual a como era antes.

 

 

 

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Diario El Ovallino