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Celebrando el Día Nacional del Guardaparques, la joven Mónica Rodríguez destaca el amor hacia el bosque y la unión y compromiso de todos los miembros del equipo de guardabosques. Señala que al crecer tan cerca, trabajar en Fray Jorge es un sueño hecho realidad.

Mónica Mercedes Rodríguez Bugueño, tiene el tono de voz cálida y la piel canela de las mujeres nacidas en la comuna de Ovalle, y con mucho orgullo relata que toda su vida se ha desarrollado en la Comunidad Agrícola Valdivia de Punilla, la localidad más próxima al Parque Nacional Bosque Fray Jorge. Si bien señala que nació en el hospital de Ovalle, de inmediato alza la voz para decir que su escancia y vida, desde sus primeros días, ha estado ligada a la comunidad.

Mónica es la hija mayor del matrimonio entre la señora Nolbia Bugueño Andrade y don Víctor Rodríguez Acuña; ambos crianceros y comuneros arraigados a la vida lejos de la urbe y rodeados de los colores que les otorga vivir tan cerca de uno de los ecosistemas más particulares del mundo.

“Cuando yo era pequeña, escuchaba que antes al parque le decían ‘el fisco’. Dos de mis tíos y mi papá trabajaron ahí, en el tiempo cuando estaban construyendo los caminos del parque, la cuesta y todos los caminos internos en el parque”, recuerda quién hoy es una orgullosa miembro del cuerpo de Guardaparques del Parque Nacional Bosque Fray Jorge.

Amor por el bosque

Mónica explica que el nombre “fisco” siempre le llamó la atención, pero lo atribuía a que, en las conversaciones familiares, siempre se hablaba del trabajo fiscal. “De niña viví rodeada de naturaleza en el campo, para mi es normal ver la naturaleza crecer cerca, por eso me gustaba oír a mi papá hablar del Bosque y soñaba con conocerlo”.

Señala con emoción la vez que por fin sus pies caminaron por la vegetación del lugar. “Cuando fui por primera vez, no lo podía creer, fue algo mágico que lo tuviese tan cerca y en un sector donde siempre estaba seco, siento acá que las comunidades somos privilegiadas de vivir cerca de parque”, destaca del lugar que años más tarde, se transformaría en su nuevo hogar.

Si bien la cercanía que Mónica relata de las comunidades hacia el parque, lo hace parecer sencillo, detalla que, a pie, las caminatas duraban más de dos horas, por ende, no era posible llegar e ir al parque cuando quisiera.

“Para nosotros el parque representaba un lugar que generaba trabajo. La gente más joven de las comunidades, trabajan en las brigadas o ayudantes de guardaparques; mi padre, por ejemplo, trabajaba en arreglos y mantención de caminos”.

Mirando al parque

Al correr de los años, el interés comenzó a crecer y las ganas de poder trabajar a ese lugar fueron más grandes. “Una vez pregunté si se podría trabajar en Fray Jorge y mi hermana que trabajaba en el parque eólico, que estaba más cerca, me hizo las averiguaciones y fue así como el 2016 llegué como Jornal Transitorio (trabajadores sin contrato de planta); para mí, fue una tremenda oportunidad, era un sueño pensar que podría ser guardaparques, me decían que era difícil, que tenía que estudiar y aprender y ahora que soy guardaparques permanente, estoy estudiando mi 2do semestre de Técnico en Áreas Silvestres”, cuenta orgullosa y agradecida de las oportunidades que el parque le ha dado.

 Dentro de las labores que Rodríguez, una de las dos mujeres guardaparques del parque Fray Jorge, desarrolla, está la labor de “viverista” del vivero de apoyo que Fray Jorge posee y que entrega árboles nativos al programa de arborización. También desarrolla labores de atención de público y es ahí donde Rodríguez encontró su lugar.

“Desde el 17 de marzo del 2021, pasé de manera permanente al cuerpo de guardaparques, gracias al aumento de cupos por el programa Parques Bicentenarios y pude probarme mi uniforme nuevo. Me puse muy feliz, jamás pensé que estaría cumpliendo este sueño de niña”.

En estos años al interior de Fray Jorge, Mónica resalta el compañerismo del equipo y el respeto hacia las dos mujeres del grupo. “En el trabajo me siento valorada como una igual, si bien en la fuerza hay cosas que me pueden complicar versus un hombre, las labores en equipo siempre se superan y avanzamos en conjunto”.

Sonrisa al visitante

 De todas las funciones que realiza la guardaparques, la que más le llena de satisfacción, es el contacto con las personas que visitan el parque.

“Dependiendo del turno, a veces si no estoy en labores de mantención de la unidad o en vivero, de jueves a domingos me toca recibir público y me encanta cuando la gente está despidiéndose de nosotros y se van muy contentos. Yo casi siempre estoy en la entrada y cuando se van, me dan las gracias y me dicen ‘la felicito por tener todo limpio y ordenado sin basura’ y eso me gusta porque te llena eso de que te agradezcan y trabajo que tú quieres y además te lo reconozcan, eso es impagable”. 

 

 

 

 

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