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El Lalo, como lo apodan sus cercanos, supo brillar en Deportes Ovalle y campeón con Colo Colo en 1986, rodeado de grandes futbolistas del momento, teniendo como reflejo la carrera de sus hermanos Eduardo y Rubén Gómez.

Es el menor de un clan familiar, quizás el único en su tipo en el fútbol chileno que tuvo gran renombre en la actividad, sobre todo en la década de los ’80. Se trata de la familia Gómez, quienes a punta de gambetas y calidad, ocuparon un espacio importante en el fútbol nacional.

Son conocidos los casos del defensor Eduardo Mocho Gómez (Deportes Ovalle, Cobreloa, selección chilena, entre otros), Rubén Nené Gómez (Deportes Ovalle, Cobreloa, Naval, Coquimbo Unido, entre otros) y Omar Gómez (Deportes Ovalle y Cobreloa), pero hoy abordaremos la trayectoria de Osvaldo Gómez, quien llegó incluso a convertirse en campeón de Primera División con Colo Colo.

Lalo, como lo llaman su familia y más cercanos, pasa la pandemia entre su local comercial de calle Benavente, con los resguardos pertinentes, junto con las clases a distancia para los niños con riesgo social de la escuela que se imparte en el sector de Media Hacienda.

“Soy consciente que tengo que ser respetuoso conmigo y mi familia. Y con los niños acá nos ingeniamos para poder hacer las clases en la parte física y técnica”, cuenta al teléfono.

Este tiempo donde la actividad futbolística nacional y mundial está detenida (salvo excepciones) producto de la pandemia por Coronavirus, Osvaldo recuerda sus inicios en Deportes Ovalle comenzando la década de 1980.- Y en aquel tiempo ya habían debutado sus hermanos Rubén y Eduardo en el primer equipo ovallino. Es más, ya conformaban un plantel estelar en Cobreloa.

Por lo cual su debut podría significar en Lalo una suerte de presión por lo que significó el paso de sus hermanos en el conjunto verde.

“Nunca sentí presión, sino más bien una responsabilidad de lo que habían hecho y estaban haciendo mis hermanos. Ellos fueron mis ídolos y los quise imitar, al igual que mi hermano Omar. Siempre lo he dicho Eduardo y Rubén marcaron una diferencia muy grande respecto a lo que hicimos nosotros. Yo quise batallar en el fútbol con lo que podía hacer, si bien no pude jugar todo lo que hubiese querido, igualmente alcancé varios logros”, dice Osvaldo.

Fueron 14 años de carrera futbolística, iniciándose en 1982 en el primer equipo ovallino, bajo la dirección técnica de Sergio Recabarren. Jugando por Deportes Ovalle mantuvo buenas actuaciones durante el campeonato de 1985, con un alto número de partidos disputados como titular y marcando goles, sobre todo en un partido por la liguilla de ascenso ante Fernández Vial, donde marcó dos goles.

Fue ahí cuando surgió la opción de Colo Colo.

“No sé si tuvo que ver Jorge Chita Cruz (otrora entrenador de Deportes Ovalle), me vio jugar Huachipato, quienes estaban interesados en mí. Me llaman a una reunión, los dirigentes tomaron la decisión y así me fui a Colo Colo”.

Se rodeó con los mejores futbolistas de Chile del momento, como Roberto Cóndor Rojas, Jaime Pillo Vera, Arturo Jáuregui, Fernando Astengo, entre otros. Con el conjunto albo supo ser campeón del fútbol chileno del campeonato 1986, un recuerdo que el otrora volante no olvidará.

“Ya entendía que iba como alternativa, alcancé a estar dos años y medio en Colo Colo, antes de irme a Naval me fue bien, tuve harta participación en el torneo Polla Gol y por tratar de jugar me voy a Naval”.

A mitad del campeonato de 1988 toma sus maletas y se dirige hasta Talcahuano, en calidad de préstamo, para disputar el segundo semestre con el equipo chorero. En 1989 se viste de tetracolor con la camiseta de Palestino y en 1990 decide que es hora de volver al lugar que lo vio nacer.

Dice que las lesiones le pasaron la cuenta para alargar aún más su carrera. “El fútbol es como la vida misma, con momentos lindos y otros no tanto”, dice Osvaldo.

Y fue en Ovalle donde tuvo el privilegio de poder compartir camarín con sus hermanos Eduardo y Omar, quienes también decidieron retornar a su tierra. En 1996 se vistió de verde, en un momento personal único familiar.

“Fue un momento de dulce y de agraz. Muchas personas se ilusionaron con nuestro rendimiento, pero lamentablemente en ese año estaba Rolando García de entrenador y no sabemos por qué jugaba uno y no los tres. Venía de ser capitán el año anterior y eso gatillo para dar un paso al costado en mi carrera”, cuenta.

Debutar en el club de su ciudad, jugar y ser campeón con Colo Colo fueron sus momentos que lo enorgullecen. Dejando la soberbia de lado y poniendo por sobre todo la humildad, Osvaldo Gómez se ganó por derecho propio un espacio entre las glorias del fútbol ovallino, quien junto con sus hermanos será recordado y difícilmente olvidado.

 

 

 

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Diario El Ovallino