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Camila Gonzalez
Hoy esta fuente de ingresos no existe, los “propineros” debieron dejar sus puestos quedando en la cesantía absoluta, sin la opción de postular a beneficios ni ayudas destinadas a los trabajadores.

Camila González Espínola

Ovalle

Ser empaque en un supermercado es una opción laboral muy importante y común para quienes estudian en institutos y universidades, esto por los horarios y la flexibilidad que posee en comparación a un trabajo con contrato de tiempo completo.

En Ovalle son muchos los jóvenes que se desempeñaban como empaques hasta antes de la crisis del coronavirus, con el fin de juntar dinero, pagar estudios, aportar en sus casas, y solventar gastos personales. Hoy está fuente de ingresos no existe, ya que diversos supermercados decidieron suspender el servicio,  dejándolos en la cesantía absoluta.

Y es que hoy más que nunca, la crisis ha permitido visibilizar las precarias condiciones laborales que viven diversos trabajadores, los empaques son uno de ellos, quienes por años solo han entregado un servicio externo a los locales comerciales. A diferencia de lo que muchos creen, ellos no cuentan con un contrato, tampoco reciben un sueldo fijo, sino que arman su salario los días en que tienen turno, gracias a las propinas de los clientes, es por estas condiciones que hoy no cuentan con un seguro de cesantía, ni otros beneficios.

Daniela tiene 23 años, trabaja como empaque desde los 18, tiene un hijo y estudia técnico en administración de empresas en Ovalle. Desde algunos meses se encuentra sin poder tomar turnos, debido a que el supermercado, por seguridad, suspendió de forma indefinida la labor de los “propineros”.

 

Como ella señala, entiende la razón de que las funciones se hayan parado, pero “es muy triste ver lo desprotegido que estamos. En mi caso, era mi única fuente laboral, porque estudio y soy mamá, por lo que me sirve trabajar solo horas y en horarios que yo pueda elegir. Ahora estamos en nuestras casas, pero por desgracia las cuentas siguen subiendo porque las clases debemos pagarlas igual, y el costo total del arancel, ya que no se han aplicado descuentos, esto nos tiene muy mal y de brazos cruzados, no hay mucho en que trabajar por la crisis y si esto no se soluciona tendremos que dejar de estudiar”.

 

Además, agrega que “por años la labor que desempeñamos en los supermercados ha estado súper desprotegida y no hay leyes que la regulen, por ejemplo si tienes un accidente en el turno nadie se hace responsable, no hay un seguro para ayudarte. Hace años, por ejemplo, no tenías derecho a una silla, si los supervisores te veían sentado, te retaban, incluso si no había gente a quien atender, hoy eso ha cambiado un poco, pero sigue siendo un trabajo informal y que a las autoridades poco les interesa regular”.

 

UNA MISMA REALIDAD

 

Por su parte, Jordan es encargado de empaques en uno de los supermercados de la parte alta de la comuna, y relata que al principio de la pandemia “trabajamos un solo día con mascarillas y guantes que nos dio el supermercado, al día siguiente ya no nos querían dar nada de eso, y nos exigían usarlo, pero tenía que salir desde nuestros bolsillos. Cuando nos dieron la noticia de que ya no trabajaríamos más durante un tiempo aceptamos sin  problema”.

Pero la situación se alargó más de lo esperado, por lo que ya llevan meses sin poder asistir a sus turnos. “Ahora sin poder trabajar se nos ha complicado mucho el tema monetario, ya que la mayoría de los empaques somos estudiantes y nos costeamos tanto arriendo o algunos la universidad, es por esto que estar ausentes de nuestra labor nos a afectado demasiado. Me gustaría hacer un llamado para que se tomarán cartas en el asunto de manera que podamos  volver aunque sea a algunos turnos de dos personas como máximo, necesitamos y rogamos  trabajar, ya que muchos dependemos de esto”, agrega Jordan.

Catalina quien también era empaque hasta hace algunos meses, enfatiza en que muchos de los afectados “son padres incluso con más de un hijo y nadie les ha preguntado cómo se sienten o incluso si tienen alimento para darle a su familia. El trabajo de empaque es súper mal mirado, se piensa que uno lo hace de hobby o para no estar aburrido en la casa, que son puros cabros chicos jugando a ser trabajadores, pero en realidad somos personas que se ganan peso a peso para vivir al igual que en cualquier otro trabajo. Faltan leyes para nosotros, que nos tomen en cuenta, que seamos parte de los supermercados”.

 

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