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El Ovallino
Luego de tomar distintos caminos en la vida, una simple coincidencia los reunió nuevamente.

Ulises Galleguillos y Pedro Galleguillos nacieron en la localidad de Peñablanca, asistieron juntos a la escuela básica ubicada en la localidad, compartieron banco durante todo el tiempo, pero un día esa etapa terminó y las circunstancias de la vida los llevaron a distintos rincones del País.

Pedro, a la edad de 20 años, emigró hasta la ciudad de Calama, allí comenzó a trabajar, se casó y tuvo cinco hijos; dejando de lado su historia en el lugar que lo vio nacer. Ulises en tanto, a los 16 fue traído por su padre hasta Ovalle para terminar su escolaridad y posteriormente, convertirse en profesor de enseñanza básica, “de todos los que estábamos en la escuela, dos fueron a estudiar porque sus papás tenían mejores condiciones que las de nosotros”, explica Pedro sobre la realidad escolar que vivían, la que con mucho esfuerzo lograron terminar, “los niños asistían a clases montados a caballo o en burro, porque era muy lejos y era la única escuela que había en los alrededores y los padres no se interesaban en educarlos, porque era mucho sacrificio, no podían mandar niños de menor edad, porque el camino era peligroso” agrega Ulíses, uno de los dos estudiantes que pudo finalizar con éxito su etapa escolar.

Desde ese momento, la vida prosiguió sin pensar que 80 años más tarde y por casualidad, sus vidas nuevamente se juntarían en un emocionante encuentro.

Carmen Galleguillos, sobrina de Pedro que vive en Ovalle,  caminaba por las calles de la ciudad, cuando un día descubrió a una persona de avanzada edad, que todos los días vestía con traje, la curiosidad la llevó a conversar con él y de a poco atar cabos, los que la llevaron a contactar a su tío y lograr el encuentro.

 “Mi sobrina me habló de una persona que había conocido acá y que se llamaba Ulises Galleguillos, yo no tenía idea si era él o no  y cuando lo vi le pregunté algunas cosas, le pregunté si conocía a Armando Galleguillos, mi compadre, hermano de él. Así nos fuimos acordando de todos los compañeros que tuvimos en el colegio”, afirmó Pedro, sobre la confirmación que aquella persona que había llamado la atención de Carmen, era nada más y nada menos que uno de sus amigos de infancia.

Luego de un tiempo, llegó el tan esperado momento del reencuentro, la emoción fue inmediata, recuerdos de amigos, de compañeros y toda una historia de vida, hicieron que Ulises y Pedro, volvieran a las aulas de la escuela y sintieran que nuevamente, estaban allí.

“Me emocioné, fue una emoción fuerte”, afirma Ulises, quien como el primer día, se emociona de saber que encontró a su compañero de banco, ese mismo que caminaba cerca de 1 kilómetro para llegar al lugar donde su camino a casa se separaba, con quien recibía piedrazos por parte de las niñas a las que saludaban. Pedro también se emociona, pues estos momentos importantes le recuerdan a su esposa, a quien perdió hace cerca de 6 años y que le hubiera encantado compartir este momento.

Sin embargo, su estado de ánimo cambia, al recordar una llamativa anécdota, “una vez en la sombrería “Yasna” acá en Ovalle, cuando llega un caballero atrás mío, lo miro y era él (Ulises), pero no le hablé, ninguno se atrevió a hablar. Cuando llegué a Calama, le comenté el encuentro a mi compadre y confirmé que era él”, explica Pedro y ambos sueltan una carcajada, por el inesperado encuentro que solo se confirmaría tiempo después.

Hoy, sus vidas volverán a separarse, Ulises continuará en Ovalle y Pedro retornará a Calama, sin embargo, esta despedida será sólo un hasta pronto. Ambos afirman sentirse bien y en condiciones de volver a encontrarse; todo lo atribuyen al “cocho”, preparación típica de su infancia y la que aseguran, los mantiene en pie y dispuestos a seguir por muchos más años su amistad.

 

 

 

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